No pedíamos mucho más que eso. Solo que se impusiese la ley de la lógica. Que cuando la Real jugara en casa ante un rival que es inferior simplemente acabara aplicando su superioridad. Se dice rápido, pero es que muchas veces, demasiadas, no lo ha conseguido ni en temporadas anteriores ni en la actual, pese al subidón de nivel que ha dado gracias a los fichajes. Una vez más, la Real confirmó que le cuesta, al llegar al descanso con un empate a 0-0 y gracias, porque las mejores ocasiones fueron visitantes. Pero en una segunda parte notable, beneficiada por el madrugador tanto logrado a los 50 segundos, doblegaron a un adversario que todo parece indicar que lo va a tener complicado para mantener la categoría. Era obligatorio sumar los tres puntos, sobre todo si se tienen en cuenta los resultados de los rivales directos que podían provocar que cayera a la novena plaza, pero al final se acabó logrando la victoria con solvencia y sin apuros.

Mikel Oyarzabal declaró hace poco en Radio Marca que la mayor bronca que había vivido de Imanol fue en un partido ante el filial del Atlético en Majadahonda: "Ahí volaba de todo". No sabemos si lo que sucedió en el vestuario en el entreacto fue algo similar, aunque seguro que algo parecido pasó porque el cambio que experimentó el cuadro txuri-urdin fue significativo. Y era necesario. No era normal lo que había acontecido en la primera mitad en la que el Mallorca, el único equipo que no ha ganado a domicilio, había generado dos ocasiones clarísimas que desbarató un inconmensurable Remiro y había anulado por completo a una Real que pareció perezosa y con poca inspiración. Como casi ninguno lo había logrado hasta la fecha en Anoeta. En la reanudación todo cambio, las piezas del puzle encajaron, y los blanquiazules confirmaron que su nivel es mucho más alto que el del Mallorca.

Dicho esto sin Willian José. Porque igual se quedará, lo que significará un marrón considerable para el club, pero la realidad salta a la vista. Con los que quieren estar, la Real también gana. Este club siempre sobrevive pase lo que pase y se vaya el que se vaya. Que nadie lo olvide para no perder nunca la esperanza. La Real es eterna. Y lo es porque en su historia siempre aparecen ídolos capaces de sustituir a otros que no son capaces de entender nada y que lo ponen en riesgo todo. Una pena. Con lo fácil que es entender todo, con mirar a la grada y ver a una afición más fiel que ninguna que celebra cualquier alegría como si fuera un título es suficiente. Esto es la Real. El que no quiera estar, se puede ir a donde va a estar mucho peor aunque gane más dinero.

El cuadro txuri-urdin completó uno de los primeros tiempos más tristes de la temporada. Imanol había apostado con el once más o menos previsible con la novedad de que Zubeldia había actuado en la medular en lugar de un Guevara que necesitaba descanso. El azkoitiarra es un seguro de vida. A veces se nos olvida. Su contundencia es inigualable y sostiene al equipo, además de ser muy seguro con el balón y fallar muy pocos pases. Es muy bueno, y de Zubieta.

Pese a todo, la Real sufrió demasiado antes del entreacto. El Mallorca, sin hacer nada del otro mundo, anuló a los donostiarras y, por si fuera poco, generó dos clarísimas ocasiones en un disparo de Agbenyenu y en un cabezazo de Lago Junior que detuvo de forma increíble Remiro. Bien por el meta navarro, que cada vez está más entonado y transmite mayor seguridad. Con el 0-0 y con el 3-0, con dos paradas espectaculares. Antes del descanso, los realistas solo se acercaron con peligro en un centro de Oyarzabal que no pudo rematar Portu y, sobre todo, en un centro de Merino que Isak, después de controlar, definió fatal en una situación inmejorable. Lástima, porque la ocasión era buenísima.

Todo cambió en la reanudación con el gol a los 50 segundos. Aihen, que llevaba tiempo amenazando por la izquierda sirvió un buen balón que Portu bajó e Isak, en boca de gol, envió a las redes. Poco después, tras el cambio de Oyarzabal por Barrenetxea, que está para derribar la barrera que se encuentre por delante, no tardó en finiquitar la contienda. El donostiarra conectó un disparo que acabó colándose tras pegar en Gámez cuando iba fuera. 2-0, y el choque finiquitado.

A partir de ahí, festival realista, con un baile de considerables dimensiones ante un rival menor. En parte gracias a que la presión fue mucho más efectiva y agresiva para recuperar en posiciones adelantadas, lo que siempre generaba inquietud. Isak demostró que es un buen punta y que está capacitado para todo en una acción espectacular que no encontró el remate de Merino y a falta de nueve minutos para el final, un rechace de Reina a disparo de Odegaard lo convirtió en gol Portu.

3-0, que no es poco. Y no es fácil en una categoría tan igualada. La Real estaba obligada a ganar porque todos sus rivales directos habían sumado y lo logró después de haber eliminado al Espanyol en Copa. Lo hizo sin el 9. Y siempre se sintió capaz de conseguirlo. Porque son muy buenos. Ahora bien, queremos que siempre lo demuestren ante adversarios que son inferiores en Anoeta. Cuando encuentre esa línea de solvencia, seguro que estará mucho más cerca de lograr los sueños que se ha propuesto esta temporada. Tiene que ganar muchos partidos aún y eso que ya ha sacado adelante muchos. Ninguno por casualidad. La Real sigue apuntando alto mientras aguarda al desenlace definitivo del mercado. Repito, son muy buenos, pero queremos más. Todavía no se ha hecho nada.