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Suziria botako dut!

Suziria botako dut!

tomando café ayer por la mañana, avisé a los contertulios que en cuanto llegase a casa por la noche iba a echar un par de cohetes, ruidosos y exageradamente altos, para que se enterase todo el mundo que la liga estaba terminada, que Mikel Oyarzabal marcaba el gol de la victoria en Mestalla y que el menda se coge unas vacaciones del diez. Ganas tenía. Lo cual no quiere decir que se acabe el curro, porque a partir de ahora comienza el vale todo de rumores, salidas y entradas, idas y venidas, que tanto gustan a la parroquia.

El año se me ha hecho eterno y pareciera que el entrenador que hablaba inglés hubiera pertenecido a este club hace décadas. Pasan tantas cosas que el día a día devora todo a una velocidad que no da tiempo ni de situarte. Para que no nos falte de nada, ahora un semanita por las tierras de Obama, jugando un par de bolos, acudiendo a sendos saraos, y jugándote unos dólares en el casino de Las Vegas por eso que llaman World Challenger o marrón en todas regla.

Mientras tanto, hay tarea en la oficina. Cuando me dicen que en verano no va a haber mucho rollo, pongo cara de extrañeza y repaso la lista de asuntos pendientes, o de asignaturas como las que afrontan los estudiantes estas semanas, cosidos a exámenes. De una u otra manera, la Real deberá adoptar decisiones sobre: Rulli, Olazabal, Navas, Reyes, Bruma, Vela, Hervías, Gaztañaga, Concha y darles un número profesional a quienes ahora defienden el 28 y el 30, por poner los ejemplos de Oyarzabal y Elustondo o del debutante Zubeldia.

Seguro que hay más nombres y que se plantean situaciones respecto de futbolista que disponen de contrato en vigor. Como se lee en los vagones del metro de Madrid “antes de entrar dejen salir”. Parece que los de Juanmi está hecho o tiene buena pinta, pero a partir de ahí? la lista se hace interminable. Te adjudican futbolistas con facilidad portentosa. Se acuña la frase “la Real se interesa por?” y a partir de ahí se organiza un belén con pastores, aguadoras, baserritarras con ovejitas y una estrella que viene de oriente u occidente.

La famosa credibilidad. Hace un año se aseguraba que Xabi Alonso había matriculado a sus hijos en un colegio donostiarra y que retornaba al club de su vida, cuando los niños hablan alemán como la Merkel y por aquí viene de ciento en viento a regar los geranios de la terraza o a la boda de un amigo. Imaginación al poder. A la gente le encanta este trajín.

No hace mucho tiempo compartía sesión de talasoterapia con un futbolista internacional en un centro no muy lejano de aquí. Mientras los chorritos de agua nos soltaban las contracturas, un señor muy amable se acercó para preguntarme al oído “¿Le estás convenciendo para que fiche por la Real?”. Le miré, sonreí y respondí “en eso andamos”.

Por supuesto, en el club en que jugaba entonces cobraba una talegada y en el que jugó después, otra. El hombre se fue feliz imaginando lo imposible. Esta semana, el miércoles en concreto, fui a Bilbao. Comí con gente en un conocido restaurante y es seguro que, si alguien me conoció, pensara cosas muy lejanas a la realidad. Es decir, que se abre la veda a las filtraciones interesadas, a los encuentros sorprendentes, a la catarata de posibles y probables y al ataque de nervios de clubes, futbolistas, periodistas y direcciones deportivas. Y aquí no se conforman con cohetes, sino con bombas de fichajes que apuntan alto y elevan las expectativas del próximo ejercicio.

El presente acabó anoche en Valencia, con traca y mascletá. No estamos en marzo, pero siempre hay un momento para celebrarlo, echar cohetes y disfrutar. El árbitro miraba el reloj para despedir partido y carrera personal cuando en un pim, pam, pum, la zurda de Oyarzabal se ajustaba al poste de la portería de Domenech y valía como gol de la victoria. El sexto de la temporada en su cuenta personal y un refuerzo a la revolución de los jóvenes que piden paso. La forma de celebrarlo, en el césped y en el banquillo ilumina el camino.