donostia - A nadie le amarga un dulce. La Real ganó anoche en Mestalla. Y lo hizo, además, tras semanas durante las que se había subrayado la importancia de firmar un buen epílogo de campeonato, a modo de siembra de cara al próximo ejercicio. Por ello, el triunfo supuso la mejor noticia de un encuentro que, en cualquier caso, también dejó otras notas positivas. La principal residió en el hecho de que la expedición txuri-urdin regresara sin futbolistas lesionados en sus filas. Más aún visto lo visto, ya que el Valencia se empleó con bastante dureza. Mikel Oyarzabal, Aritz Elustondo y David Zurutuza recibieron sendas fuertes entradas que, afortunadamente, quedaron en nada. Menos mal. Y es que el balance del encuentro de Mestalla pudo resultar bien distinto, sin puntos y con más futbolistas en la enfermería de Zubieta.
El primero en sufrir en sus carnes la contundencia de los locales fue Mikel Oyarzabal, víctima de un pisotón de Vezo del que se repuso a duras penas. Abandonó el campo cojeando y con gestos de dolor para terminar regresando al terreno de juego y haciendo el gol txuri-urdin. Poco después llegó el golpe que Santi Mina propinó a Aritz Elustondo en una rodilla. Fue la situación más delicada de la noche, ya que el beasaindarra se dolió mucho y el doctor González de Suso llegó incluso a solicitar el cambio. Álvaro Odriozola estuvo a punto de debutar relevando a su compañero, pero este se repuso tras ver incluso cómo se evaluaba la estabilidad de su rodilla.
Todo quedó en un golpe, y el lateral pudo seguir jugando, igual que David Zurutuza. Apenas unos segundos después del anterior percance, el pelirrojo fue objeto de una falta de André Gomes que también le llevó a dolerse por unos cuantos segundos sobre el césped. Pudo reponerse, y la temporada termina sin más lesionados de los que ya había.
una historia que repetir Los tres puntos sumados por la Real anoche en Mestalla le permiten firmar un epílogo liguero idéntico al de la campaña previa a la consecución de la cuarta plaza con Montanier. Entonces, el primer curso del galo terminó con un 1-0 ante el Valencia (gol de Griezmann en Anoeta), y un año después el equipo certificaba su billete para disputar la ronda previa de la Liga de Campeones. Ayer el triunfo también llegó gracias a un solitario tanto, aunque las sensaciones con las que concluye este torneo no son las mismas que aquellas.
El desembarco de Montanier en el club se afrontó como una inversión a largo plazo, como el inicio de un proyecto que pasaba, entre otras cosas, por dar la batuta a prometedores pero todavía verdes canteranos como Iñigo Martínez o Asier Illarramendi. Los inicios resultaron duros, porque además Vela tenía dificultades para aportar fútbol a un equipo del que terminaría convirtiéndose en referente.
Como suele suceder en estos casos, la segunda vuelta en su conjunto resultó mucho mejor que la primera, y la impresión final era notable.
Lo que ayer concluyó en Mestalla no se pareció en mucho a aquello, más allá del resultado. Fue el epílogo de un proyecto iniciado con Europa como objetivo y resultante de una importante inversión que no se ha saldado con éxito. Termina la cosa mejor de lo que empezó, pero esta vez con la continuidad no es suficiente.