UPN encara el Congreso que debe fijar el rumbo del partido para el futuro próximo en un escenario abierto e incierto. A poco más de tres meses de que se celebre el conclave, previsto para el 28 de abril, no hay todavía candidatos oficiales, pero se empiezan a producir ya los primeros movimientos internos, que cuestionan también la estrategia a seguir a partir de ahora tras quedar fuera del Gobierno por tercera vez y perder la Alcaldía de Pamplona

Sobre el papel, Javier Esparza, actual presidente surge en las quinielas como principal favorito. Mantiene el control orgánico y pese a la controversia interna que han generado algunas de sus decisiones más recientes, como la ruptura total con el PSN o la candidatura separada con el PP en las últimas elecciones generales, no tienen una oposición organizada. Por lo que internamente se considera como lo más probable que repita al frente del partido. De hecho Esparza ha empezado a sondear ya posibles apoyos y detractores. Pero la decisión, al menos formalmente, no está tomada. Y eso, unido a que no será candidato al Gobierno en 2027 ha abierto la puerta a la sucesión, aunque sea a medio plazo.

Si Esparza, por decisión propia o por falta de apoyos, no acaba de dar el paso, las miradas apuntan a Cristina Ibarrola, convertida en mártir de UPN tras la moción de censura. Una figura polémica que ha protagonizado un duro enfrentamiento con el PSN, pero que podría aglutinar a la derecha ahora mismo fragmentada. Podría ser un buen perfil para navegar en la oposición, pero no tanto si el objetivo es volver al Gobierno. Sin puentes con los socialistas y una imagen dañada por su gestión de la moción de censura augura un resultado no muy diferente al que ha tenido Esparza estos últimos años.

Posibles alternativas

Fuera del núcleo dirigente actual –y aunque forma parte de la ejecutiva– suena mucho el nombre de Alejandro Toquero. El alcalde de Tudela es el principal referente institucional de UPN y ha sido capaz de lograr una mayoría absoluta pese a la división de la derecha. Toquero ya amagó con un movimiento de oposición interna en la última asamblea, pero no acaba de dar el paso. Fuentes de UPN consideran que sus apoyos en le partido son limitados y ven difícil que pueda liderar la oposición a Chivite sin escaño en el Parlamento.

Por eso algunas quinielas se han dirigido a la portavoz en Economía en el Parlamento, María Jesús Valdemoros. Discreta, con experiencia en el Gobierno –fue directora general con Yolanda Barcía– un perfil técnico, se ha distanciado del grupo dirigente que rodea a Esparza, y algunos de quienes están sondenado una posible alternativa consideran que puede jugar un papel relevante al menos en esta fase de transición.

Otro de los nombres con el que se especula internamente es el del diputado y exsecretario general de UPN, Alberto Catalán. Una persona con gran trayectoria en el partido al que se habrían dirigido algunos militantes críticos con la línea actual del partido. Las mismas fuentes señalan no obstante que Catalán, que ya perdió el congreso de 2013 contra Barcina solo daría el paso si lo hace como figura de consenso.

Todo en cualquier caso está condicionado en gran medida por la decisión que pueda tomar Javier Esparza, que es la que en definitiva puede frenar o precipitar el resto de movimientos. La disputa en cualquier caso está abierta, y algunos históricos del partido, con Miguel Sanz a la cabeza, se empiezan a implicar en primera persona de cara a una cita que va a marcar el rumbo de UPN para los próximos años.

Y en la que más allá de la presidencia y de la nueva ejecutiva se tendrá que fijar también la estrategia a seguir en los próximos años. Si apuesta por ser la franquicia de la derecha española en Navarra, recuperando la unidad con el PP, o apuesta por una vía realmente regionalista abierta a pactos con el Gobierno, aun a riesgo de abrir un hueco electoral a su derecha. Una disyuntiva que UPN viene retrasando desde hace tiempo, pero que resulta de mucho más calado que el de los nombres propios que puedan surgir a partir de ahora.