Uxue Barkos nos recibe en su domicilio, aquejada aún de una rotura de peroné que le aconseja evitar al máximo los desplazamientos, y más después de unos días sumamente intensos. “La satisfacción es que hemos llegado a donde Geroa Bai propuso desde el primer día”, destaca a modo de resumen de unas negociaciones “especialmente duras” en la que recrimina la posición mantenida por el PSN, aunque celebre que la entente con los socialistas se haya “recompuesto”, “en términos de dignidad para todas las partes”. En el aspecto más individual, Barkos adelanta una noticia de calibre a nuestro periódico: si todo va conforme a lo previsto, dejará en breve el Parlamento para ser la próxima senadora autonómica. Termina así una etapa prolífica en la que alcanzó la presidencia en 2015 y ha contribuido a labrar las mayorías progresistas de 2019 y 2023, donde “Geroa Bai sigue siendo fuerza fundamental para la conformación del Gobierno”.

¿Cuál es su estado de ánimo en vísperas de una investidura después de un proceso muy trabado?

El de la satisfacción de haber llegado a un acuerdo para continuar una senda que empezamos en 2015, que trae a esta comunidad algo que se le había negado durante mucho tiempo, pues una parte de la realidad social y política navarra siempre había sido apartada del encuentro para las primeras instituciones. Todos los sectores progresistas, vasquistas y abertzales durante décadas desde 1978, se habían visto apartados en Navarra, por circunstancias diferentes, a la postre de forma no natural, a pesar del apoyo que esas fuerzas tenían en las urnas. Eso se rompe en 2015, y hoy seguimos en esa senda de encuentro, de reconocimiento de la pluralidad y de apuesta por la convivencia entre el conjunto de las fuerzas, con un carácter netamente progresista.

Descontando la interrupción que supuso el 23-J, ¿por qué ha costado tanto llegar al punto que según usted propusieron de inicio?

No le puedo responder yo, porque Geroa Bai desde el 29 de mayo expresa cuál es su propuesta para continuar en esta senda, que es al final lo que conseguimos con el acuerdo rubricado. Sabemos que seguimos siendo un actor imprescindible, y por contra nos encontramos con que quien debe dirigir estas negociaciones, las arranca yo creo que de una manera muy equivocada diciendo que aquí había habido un perdedor y había de ser castigado en la representación en el Gobierno y en las instituciones. Porque no lo olvidemos, no es una cuestión de cargos, sino de compartir las responsabilidades desde la fuerza que los electores nos han dado.

Ustedes, con dos escaños menos que en 2019.

Y habiendo perdido votos el Partido Socialista y Contigo-Zurekin de manera importante. ¿Eso quería decir que iban a ver aumentada su capacidad de llevar a cabo esas políticas públicas en el seno del Gobierno? No tenía ningún sentido. Pero si íbamos a negociar al peso, porque era lo que se nos estaba planteando, cosa que Geroa Bai no hizo en 2019, y esto fue aceptado por el Partido Socialista. No pensamos si con 9 escaños Geroa Bai y 11 el PSN era equitativo al peso tener 4 y 8 consejerías respectivamente.

¿Es ese ‘el pecado original’?

No, no, es que nosotros seguimos diciendo que no se pueden hacer gobiernos al peso. Ahora bien, si esta vez íbamos al peso, a Geroa Bai le tocaban (hace gesto de comillas) cuatro y pico departamentos. Luego ningún argumento explica lo que a mi entender fue un errático inicio de negociaciones por parte del Partido Socialista.

En esa mesa se pusieron también los resultados del 23-J, comicios con coordenadas que no tenían que ver con la negociación.

Segunda gran equivocación. Sabíamos que esa iba a ser la tentación del socio negociador principal. Estas elecciones se iban a dirimir en claves muy diferentes, y la llamada a un voto progresista y de contención al avance de Vox y de un posible Gobierno PP-Vox en territorios como Navarra, unida a la fractura electoral de UPN y el PP, nos da el resultado de un Partido Socialista como primera fuerza, aunque ha tenido 2.000 votos menos que en abril de 2019. Pero aquí estábamos hablando de la investidura de la presidenta de Navarra con los votos de la ciudadanía el 28-M. Lo cierto es que el acuerdo se ha saldado en los términos de sentido común, de búsqueda de confianza y de compartir responsabilidades que planteó Geroa Bai el 29 de mayo.

¿La cartera de Vivienda fue el primer gran escollo?

La primera gran sorpresa, porque siendo absolutamente legítima la posición de Contigo-Zurekin de reivindicarla, fue un acuerdo unilateral con el PSN, pero no tiene razón de ser esta decisión si atendemos a una cuestión básica: es Geroa Bai desde 2015 y hasta 2023 quien ha trabajado un nuevo paradigma en torno a la vivienda como derecho subjetivo, y todo lo que de ahí se deriva en políticas públicas o edificios públicos con consumo energético prácticamente cero. Toda esa senda la trabaja Geroa Bai, a satisfacción de la sociedad, de Geroa Bai, quien hace la apuesta, de nuestros socios y de la presidenta Chivite, que lo ha reconocido toda la legislatura. No puede ser que el calco de los acuerdos entre socios en Madrid sean los que lleven a una toma de decisión de esta envergadura, porque evidentemente decisiones como esta minan la confianza, cuando estás intentando alcanzar un acuerdo. Las cosas se han recompuesto, pero decisiones así no son el punto de partida para llegar a un acuerdo serio y estable. La protesta de Geroa Bai fue firme. Si alguien pensó que no iba a defender con mucha firmeza su aportación, se equivocó, y a las pruebas me remito.

¿Cómo se maneja la tensión en una negociación a la vista de los movimientos que percibían?

El día 23 de julio UPN anunció su voto a Feijóo. Después del voto CERA y ese cambio, en la persona de García Adanero, de un diputado del PP en vez de uno del PSOE, cambian completamente las tornas, hasta el punto que nos preocupa profundamente que las circunstancias en Madrid puedan llevar a paralizar un acuerdo aquí, porque no tenemos ninguna duda de cuál es el objetivo de UPN, nunca lo ha ocultado. Cuando no ha podido solventar sus ambiciones legítimas para con el Gobierno en Navarra, ha llamado a la puerta de Madrid. Lo vimos en el estrambótico caso de los votos sobre la reforma laboral, pero ha sido una y otra vez así.

El 31 de julio convocan una rueda de prensa, con Solana y Azcona, tras la cual el PSN advierte que la posición de Geroa Bai es firme.

Dimos un mensaje muy claro. El Partido Socialista, con 11 escaños en el Parlamento, estaba haciendo un discurso que no se sostenía en sí mismo, no tenía marco de realidad. Uno no es generoso con lo que no tiene; uno acuerda y dialoga. Recibimos la primera propuesta de Gobierno y la representación era absolutamente kafkiana, casi una humillación. No humilla quien quiere sino quien puede, pero se pretendía hacerlo, con Salud y dos departamentos casi sin competencias. A lo que venimos es a gobernar y aportar, no a ocupar consejerías sin contenido. Nuestra propuesta al Partido Socialista, quien estaba dirigiendo estas negociaciones, fue un punto de inflexión. Corrían los tiempos, la estabilidad política es muy importante, y si lo que hacía el PSN es invitar a Geroa Bai a que nos fuéramos del Gobierno, pues que explorase otras vías con Bildu de un Ejecutivo plural y progresista. No lo habríamos obstaculizado, nos habríamos abstenido.

¿Cabía la opción de que se hubiesen situado en el voto negativo?

No, dimos una propuesta de salida para el proyecto a nuestro entender básico y prioritario: un Gobierno que siga la senda de los anteriores. Lo que sigo sin comprender es ese posible sí sin condiciones (de EH Bildu), porque es un error. No sé a dónde hubiéramos llegado, pero no lo veíamos. Un Gobierno sustentado en 14 parlamentarios no tiene estabilidad, y a sabiendas de cómo está el panorama estatal, suponía de facto que en diciembre tuviese las manos libres para atar un presupuesto a un lado o al otro del Parlamento si así se estimaba en otros ámbitos.

¿Cuándo empezó a percibir que el PSN hacía una lectura para ustedes más razonable?

De realismo político y de responsabilidad, entre el miércoles y jueves. Estábamos ya empezando a hablar en una propuesta de sentido común y generación de confianza, sobre la estructura de Gobierno, que es lo que quedaba por hilar en lo programático y en los órganos de control del acuerdo. No existe un acuerdo de gobierno solo en los contenidos. La estructura es la que da realidad a que ese acuerdo no sea una declaración de intenciones.

¿Y eso se labró exclusivamente en Nafarroa o también en Madrid, vía por ejemplo Santos Cerdán?

Nosotros hemos negociado en Navarra.

Exclusivamente.

Sí. El escenario político navarro se ha dirimido en Navarra, a diferencia de otros contactos habidos tras el voto CERA en Madrid.

En el capítulo de las discrepancias, da la sensación de que en el ámbito del euskera con el PSN va a ser difícil avanzar.

Creo que el PSN es rehén de las propias políticas gestuales y discursivas en su seno, y de la actitud que ya tomó muy combativa en 2015, de que la promoción de una de tus lenguas propias, sin ninguna imposición, es un elemento de distorsión en la relación de la ciudadanía, y alentando en la segmentación de la oficialidad en el territorio el miedo de que el castellanoparlante será discriminado en un hipotético mundo que nadie pretende, olvidando que a quien estás discriminando es al vascoparlante, de la zona, por ejemplo, no vascófona. Esa mirada no está siendo al global de la ciudadanía. Las discrepancias que mantenemos y mantendremos tienen un cariz muy distinto si ostentamos las políticas públicas y tienen el reconocimiento en un departamento ad hoc de Relaciones Ciudadanas, que si pasasen a ser la cenicienta del departamento de Educación, lo que teníamos antes de que llegase Geroa Bai al Gobierno. La promoción del euskera tiene una dimensión transversal. Estando muy lejos del camino en el que razonablemente queremos estar, y sin renunciar nunca a la oficialidad, es mucho más importante seguir trabajando, porque se nos olvida cómo eran las políticas públicas de los gobiernos de UPN, algunos compartidos por el PSN. Eso puede volver si no seguimos siendo enormemente resistentes en esta materia.

Ana Ollo será la vicepresidenta segunda.

Nuestra apuesta era una vicepresidencia sobre el reto de la Vivienda. No ha sido el caso. Hemos aportado entonces ámbitos para nosotros esenciales a la puesta en valor de esa vicepresidencia: Acción Exterior, Memoria y Convivencia y las políticas lingüísticas.

Fernando Domínguez volverá asimismo a Salud.

Es una persona con una capacidad de trabajo, empatía, exigencia, implicación... Entendió la importancia de la acción política de hacer suyos y de su equipo retos esenciales como las listas de espera. Se encontró un panorama nada fácil cuando llegamos al Gobierno de 2015, desatascó temas absolutamente importantes, como el de las cocinas, y llevó las listas de espera a unos ratios de razonabilidad con lo que había heredado, en un momento económico complicado. Ha seguido trabajando en Geroa Bai desde Geroa Socialverdes, y sigue siendo un apasionado en la medicina, con una experiencia vasta. Creo de verdad que es imprescindible. Por muchas cosas. Su presencia va a proporcionar confianza, por su bagaje y su balance. l