- En una sala de operaciones, con un paciente grave sobre la camilla y con el tiempo jugando en contra, no sería lo más prudente que los cirujanos entraran en el quirófano dándose codazos, cada uno con su criterio. En la Euskadi que está dejando la pandemia del coronavirus, con una crisis sanitaria y de empleo, el candidato del PNV a la reelección como lehendakari, Iñigo Urkullu, quiere también garantizar una gestión ágil y una toma rápida de las decisiones y, para ello, aspira a forjar a partir de hoy un acuerdo de gobierno con los socialistas que implique un grado de compromiso elevado entre ambas partes, es decir, que deje amarrado un amplio espectro de la gestión. La fórmula más lógica para el PNV, la más estable, es mantener el gobierno de coalición que ha funcionado en la última legislatura, un ejecutivo sólido con un programa compartido, donde haya consejeros jeltzales y socialistas. Esta vez, además, desbordaría con holgura la mayoría absoluta de 38 representantes (31 del PNV y 10 del PSE). Se empezará a sondear hoy a partir de las 12.00 horas en Sabin Etxea entre las delegaciones de ambos.

La experiencia compartida en los últimos cuatro años y los gobiernos que gestionan de manera conjunta en las diputaciones, las capitales y buena parte de los ayuntamientos hacen presagiar que sea la fórmula elegida con escaso margen para la sorpresa. En el hipotético caso de que el nivel de sintonía sobre los programas no alcanzara esta vez tal grado de intimidad, quedaría la opción de un pacto de legislatura muy armado que dejara poco al azar y ofreciera garantías sobre la producción legislativa y los presupuestos. Pero parece una opción que solo se menciona a título de inventario. Ha alcanzado cierta notoriedad en las últimas horas después de que la socialista Idoia Mendia dejara abierta la puerta a todos los escenarios, en un intento de aclarar que no se puede dar por hecho el acuerdo y de trasladar que no hay un empeño especial por ocupar consejerías, sino que la clave la tendrán las políticas y, a partir de ahí, si los programas casan, habrá coalición. PNV y PSE enviaron ayer a la prensa la convocatoria de hoy con la composición de sus delegaciones. La nota jeltzale apostaba por un "gobierno sólido que permita a Euskadi afrontar cuanto antes la superación de la pandemia", y anunciaba la presencia del presidente de la ejecutiva jeltzale, Andoni Ortuzar; el candidato Urkullu, y el burukide Joseba Aurrekoetxea. Por parte del PSE, acudirán la secretaria general, Idoia Mendia, y el secretario de Organización, Miguel Ángel Morales, "para analizar la gobernabilidad de Euskadi tras las elecciones" del pasado día 12.

La comunicación socialista no cita ese gobierno sólido. Sin embargo, la coalición es la fórmula preferida por los consejeros del PNV y el PSE que se encuentran actualmente en funciones (así se comunicó tras el Consejo de Gobierno del martes en una deliberación en la que participaron los tres responsables socialistas), y asegura la visibilidad al PSE.

PNV y PSE coinciden en que las prioridades se sitúan en el empleo y el blindaje de los servicios sociales, con especial atención a la sanidad. Las chispas vuelven a saltar en el nuevo estatus de autogobierno. Los dos coinciden en que no se puede mirar para otro lado y habrá que plasmar alguna solución sobre el papel, ya sea como discrepancia pactada (como sucedió hace cuatro años, lo que permitió que su gobierno quedara blindado y evitara entrar en crisis a pesar de los frecuentes roces en este terreno), o como pacto. Por otro lado, la mayoría absoluta les daría la llave para aprobar con rapidez unos Presupuestos para 2021. Se prevé que la coincidencia en los planteamientos lleve de manera natural a compartir gobierno. El PNV celebra hoy su reunión semanal en Sabin Etxea, y mañana el PSE celebrará su Comité Nacional, donde puede surgir un espaldarazo a la negociación. Los socialistas insisten en que primero quieren hablar de políticas, y después de fórmulas de gobierno.

Ortuzar ya avanzó en la entrevista concedida a este periódico que, a pesar de haber incrementado su fuerza en tres escaños, el PNV no se plantea un gobierno en solitario, sino que la idea es que, cuanto más fuerte sea el ejecutivo, "mejor". Al PSE le puede interesar para escenificar su utilidad, aunque es difícil que pueda aspirar a un número superior a sus tres consejerías actuales en la medida en que los jeltzales han ampliado su distancia: el PNV ha subido tres escaños, y el PSE solo uno. No se descarta, sin embargo, que busque una mayor presencia política con la entrada de Idoia Mendia o, incluso, que se recupere la figura de vicelehendakari.

El PNV apuesta por el PSE, una vez constatado que Bildu quiere ejercer la oposición. En la cadena Ser, el burukide Koldo Mediavilla insistió en que "la experiencia del gobierno de coalición, no solo en el Gobierno Vasco, sino en las diputaciones y los ayuntamientos, está dando un resultado satisfactorio y sería la formula más lógica". Pidió un gobierno rápido y no perderse en "florituras".

Agosto y septiembre. El PNV quiere que el gobierno arranque lo antes posible, con una investidura a finales de agosto o principios de septiembre. Ha apostado por negociar con el PSE y no desviar la atención con rondas que acaben en vía muerta. El PSE ha ocupado tres de las once consejerías (Vivienda y Medio Ambiente; Turismo, Comercio y Consumo; y Trabajo y Justicia), y el equilibrio de fuerzas tras los comicios no hace presagiar que arañe alguna más, aunque podría pelear un perfil más político con la entrada de Mendia. Las consejerías de Salud, Educación y Políticas Sociales copan la atención en la pandemia.