- Pedro Sánchez encaró ayer el pleno para solicitar la prórroga del estado de alarma hasta el 26 de abril con una defensa sin fisuras de su gestión en esta crisis, negando las acusaciones de recentralización y sin admitir ningún agujero en su proceder contra el coronavirus. El presidente español consideró que la enfermedad empieza a estar “bajo control” y, en ese sentido, pidió “no bajar la guardia” para no desandar el camino, unas palabras que sonaron otra vez a rectificación de las palabras de la ministra portavoz María Jesús Montero, que el miércoles había aventurado que volverá la vida normal tras esos quince días de prórroga.

“Estamos trabajando en un plan de desescalada en la economía y lo social, pero no sabemos qué normalidad recuperaremos. Habrá que reformular conductas”, aclaró Sánchez, para puntualizar también que las medidas de control, si acaso, se irán evaluando y levantando “semana a semana” sin precipitarse, todo ello en “colaboración con las comunidades autónomas y ayuntamientos”. Ayer confirmó que es muy probable que vuelva a pedir otra prórroga de 15 días del estado de alarma cuando acabe la del 26 de abril, pero está por ver en qué condiciones y si hay relajamiento.

Sánchez, que sí va a permitir que la industria recupere la actividad total tras los días festivos de Semana Santa, aseguró que su gobierno fue “el primero” en decretar el confinamiento en Europa y que está realizando 20.000 test al día. También negó que exista una recentralización de competencias por su mando único y, en todo caso, dijo que siempre actúa de “buena fe”.

El momento más tenso del pleno llegó durante su enfrentamiento con el líder del PP, Pablo Casado, quien lo había acusado de confinar la democracia, insinuando que no hay control parlamentario. Sánchez le respondió que el control está a medio gas en comunidades de la derecha como Madrid, Andalucía o Murcia, mientras Casado gesticulaba y respondía desde el escaño, fuera de micrófono.