“Voy con la libertad de poder decir y hacer lo que crea mejor para San Sebastián y lo saben mis compañeros de partido”
“Cuando decido dar el paso, voy con todas las consecuencias, pero otros tienen que saber cuáles son esas consecuencias”. Borja Sémper (Irun, 1976) ha aceptado ser el candidato del PP a la Alcaldía de Donostia para desarrollar su propia campaña.
donostia - ¿Por qué se presenta?
-Hace tiempo que mis compañeros me lo pidieron. Soy consciente de lo que supone un reto como este, la vida municipal es de exigencia máxima y requiere contar con el apoyo de tu familia, de tu entorno. El motivo fundamental, aparte de este apoyo personal, es la petición de mis compañeros para dar un paso adelante. Hay una ventana de oportunidad que puedo terminar de abrirla. Me apasiona el reto. Hago un análisis global de la política muy negativo. La vida municipal permite trascender de las siglas y alejarse de ese clima general.
¿Cuándo tenía claro que se iba a presentar?
-Hace poco más de un mes, pero he manejado mis tiempos.
En tres años le hemos visto en la lista al Parlamento, en las generales, ahora en las municipales. ¿Les falta banquillo?
-No tenemos colas de gente en nuestras sedes, hay una desafección generalizada, además de las circunstancias propias del PP en Gipuzkoa derivadas de otras que no hace falta enumerar. No es una falta de candidatos, porque tenemos gente capaz de abordar esos retos, pero en este momento se hace un análisis y, viendo esa ventana de oportunidad, se me pide dar el paso.
¿Se lo pide Pablo Casado?
-Entre otros, pero no me ha influido lo que me han pedido Alfonso Alonso, Javier Maroto o Pablo Casado. Me ha influido estar convencido yo y sobre todo mi entorno cercano familiar y en Gipuzkoa, y lo que percibo en la calle, gente sin adscripción partidista que ve con buenos ojos que alguien de mi perfil se presente.
Ve “una oportunidad para ofrecer algo diferente”. ¿Cómo lo vende cuando en la mayoría de las votaciones municipales coinciden con el PSE o con el PNV?
-Lo que han hecho mis compañeros es una parte de lo que quiere representar el PP en San Sebastián: por encima de las siglas, es fundamental que nos intentemos poner de acuerdo en temas que afectan a la ciudad. Esto algunos lo pueden interpretar como oposición blanda, pero es respetable, porque las circunstancias lo han provocado así y he dejado mano libre a los compañeros en el Ayuntamiento, el concepto político era ese. Estamos para generar estabilidad y no hacer política de destrucción.
¿Se ve en el papel que han desarrollado Ernesto Gasco y el PSE en este mandato?
-En absoluto, me veo alcalde. Mire, soy plenamente consciente de que todos los políticos decimos que vamos a ganar y que decir esto entra dentro del guion esperado. Soy plenamente consciente de la extraordinaria dificultad que supone para mí ganar las elecciones en San Sebastián, pero también sé que hay una oportunidad derivada de la realidad política en continua transformación. Una ciudad como San Sebastián se mueve electoralmente en criterios no tanto partidistas sino de liderazgo.
Para ello necesita entre ocho y doce ediles cuando hoy tienen tres. ¿Cómo los logrará?
-Con mucha honestidad y libertad de discurso. Los que nos presentamos a las elecciones lo hacemos militando en partidos, pero la clave, y no solo de la política municipal, es ser capaz de trascender la sigla para demostrar que se es capaz de aportar un valor añadido, un ejercicio de libertad personal. Hace cuatro años el PNV era la cuarta fuerza en un contexto en el que hubo un trasvase para que no ganara Bildu. Mi objetivo es recuperar, pero honestamente aspiro a mucho más. Quizá me engaño, pero creo que una parte del electorado puede ver en mí un perfil no especialmente escorado, con una frescura que necesita el Ayuntamiento.
¿Qué flanco tendrá que guardar mejor, el del PSE o el de C’s?
-Ninguno. Lo he valorado y tengo un análisis que, como no está sustentado en datos, quizá esté equivocado, pero es el que voy a seguir. No siento que mi rival sea C’s, el PNV o el PSE, tampoco Goia o Gasco. Mi posición responde a lo que soy y a cómo veo la política, hablar de lo que quiero hacer y no de lo mal que han hecho otros.
¿Se puede apelar 23 años después a los valores de Gregorio Ordóñez cuando el escenario es diferente y ETA ya ha desaparecido?
-Para mí siempre ha sido una referencia. Entré en política por lo que representaba. El escenario no es el mismo, pero la actitud de Gregorio Ordóñez ante la política sigue siendo necesaria: ausencia de sectarismo a la hora de gestionar la política, lo que parece revolucionario en este momento de crispación; y defender una idea de San Sebastián incluso enfrentándose a sus propios jefes de partido. Desde lo personal, me apetece conseguir lo que a él no le dejaron hacer.
¿Qué se juega el PP de la CAV en mayo?
-Mucho. Hay un espacio político que responde a una realidad social y que debemos recuperar. En Euskadi es necesario que el discurso que defendemos desde el PP vasco tenga esa luz.
Se ve al PP de la CAV muy centrado en las opciones de Araba. ¿Gipuzkoa no importa?
-Sí, claro, mucho. Lo que no es menos cierto es que en Álava y Vitoria la realidad sociopolítica es diferente, así como lo que representa el PP en esas plazas, donde hemos sido partido de gobierno de manera muy prolongada, aunque conviene recordar que el PP llegó a ganar en las municipales en San Sebastián. De todas formas, no me importa demasiado lo que piensen desde fuera sobre lo que vamos a hacer aquí. Voy con la libertad de poder decir y hacer lo que crea mejor para San Sebastián.
¿Lo ha pactado con Casado y Alonso?
-Sin que suene pretencioso, no lo he pactado, lo he anunciado. Cuando decido dar el paso, voy con todas las consecuencias, pero otros tienen que saber cuáles son esas consecuencias. Mis compañeros de partido deben saber que soy del PP vasco, pero que de ahora en adelante, por encima de ser miembro del PP voy a ser un representante de la ciudadanía donostiarra.
¿Casado era lo que necesitaba el PP?
-Estaba en una posición pública de defensa de Soraya Sáenz de Santamaría y no voy a repetir argumentos. Pablo Casado es un animal político y un hombre brillante, pero en aquel momento entendía otra cosa. Ahora bien, el congreso se saldó como se saldó y no vale hablar de posiciones pasadas. El candidato y próximo presidente del Gobierno es Pablo Casado. Estoy seguro.
¿Ve motivos para aplicar el 155 como defienden algunas voces de su partido?
-La aplicación del 155 supuso un alivio para una buena parte de la sociedad catalana. Hay una realidad por debajo del debate político que conocemos por los medios, de la bronca política y de las manifestaciones de unos y otros; es la del día a día de las ciudades, de las personas. Cuando la política solo se dedica a ese nivel del que hablaba, nadie se ocupa de la gestión de los recursos públicos y esta se resiente gravemente. El 155 supuso un alivio y se recondujo la gestión a través de la intervención del Govern. Ahora vuelve a haber signos preocupantes que alertan sobre la necesidad de aplicar nuevamente el 155, con un Govern que da muestras reiteradas de que por encima de sus responsabilidades de gobierno está su voluntad independentista. Lo sucedido el viernes es una demostración de que hay grupos radicales como los CDR, que están dispuestos a utilizar la intimidación y la violencia. Que Torra les hubiera animado hace días no parece un buen argumento para no aplicar el 155. Honestamente, tal y como están las cosas, no parece que estén dejando muchas alternativas.
¿Qué es más incómodo, pactar como Sánchez unos presupuestos con ERC y PDeCAT o un gobierno con Vox, como el PP en Andalucía?
-Es que el PP no tiene que buscar pactar con Vox. Tiene una responsabilidad, que es permitir un cambio tras 40 años de gobierno del PSOE en Andalucía, con el nivel de corrupción institucionalizada que hemos tenido oportunidad de conocer. Es importante cambiar eso porque las recetas del PSOE para Andalucía han sido erróneas. Mi receta es pactar con Ciudadanos y que a ese pacto se sume quien considere conveniente con su voto. Yo no pactaría una investidura con Vox.
¿Un cordón sanitario?
-Tampoco. Tenemos que tener cuidado a la hora de engordar fenómenos a través de decisiones erróneas. Si alguien cree que los 400.000 andaluces que han votado a Vox son 400.000 fascistas o extremistas, se equivocará, como se equivocará quien crea que los cinco millones de votantes que votan a Podemos son peligrosos chavistas de corte revolucionario. No creo en cordones sanitarios de cara a la galería.
¿Quién puede radicalizar más al PP, Casado o Vox?
-Pablo Casado no va a radicalizar al PP, está poniendo el acento en una parte discursiva del PP. Creo que vendrá una siguiente etapa en la que el acento se pondrá en otra parte discursiva. Ese abanico da al PP la capacidad de gobierno en España, que no se puede gobernar desde una posición monolítica escorada. Por eso creo que el discurso del PP nacional mirará a políticas de centro una vez que termine de asentarse la nueva dirección. Hay un riesgo: la capacidad de influencia en el discurso por la irrupción de partidos como Vox. No creo que se vaya a producir, y si se produce será por un análisis equivocado y torpe.
¿Qué comparte el PP con Vox?
-Una cosa: que los dos somos españoles. A partir de ahí, no comparto nada con Vox: ni el lenguaje ni la actitud, que no son los valores constitucionales de concordia, no comparto la visión esencialista y nacionalista de España, que no son los valores constitucionales de 1978; y como humanista y liberal no comparto esa visión monocolor sesgada en lo religioso, en lo sexual y en cuanto a lo identitario. Por eso el PP poco tiene que ver con Vox.
Compañeros del PP opinan que PP y Vox tienen más preceptos en común.
-Yo no lo comparto. El fenómeno de Cataluña unido a otros fenómenos ha provocado que gente muy razonable y moderada pida, por reacción, mano dura. Es una respuesta equivocada, porque si preguntas a los nacionalistas catalanes te dicen que ha habido. El Estado de Derecho se aplica y esa aplicación es objetiva, pero vivimos tiempos en los que la moderación no está de moda, que hay una exigencia de épica, aunque sea impostada. El tuit o la frase gruesa tienen mucha más penetración que una reflexión sensata. Ahí hay dos opciones: jugar al juego del populista y extremar la posición, o mantener la posición que busca la sensatez y el equilibrio. Entrar en el juego del populismo engorda al populismo.
¿Qué futuro le ve al nuevo Estatus?
-Negro, porque no soy capaz de visualizar que un proyecto de estas características salga adelante solo con una parte de Euskadi. Sería un profundo error que nos llevaría a la frustración. No puede salir adelante. Por otro lado, tal y como está planteado, no cumple con los parámetros constitucionales y estatutarios. Estamos a tiempo de darle una pensada. Nuestro ofrecimiento al lehendakari es claro: si hay voluntad de rectificar e incorporar a otras formaciones entre las que el PP quiere estar en unos parámetros de legalidad y transversalidad, ahí estaremos.
¿Tan ‘inapoyable’ era el presupuesto vasco en comparación con el año pasado?
-No es sustancialmente diferente, somos críticos con el nivel de cumplimiento de los acuerdos, pero ha influido que el PNV haya decidido buscar consensos y acuerdos con Bildu. Para nosotros es inasumible. Se lo transmitimos en privado hace mucho tiempo. Si el PNV no hubiera votado las bases del nuevo Estatus con Bildu, hoy habría presupuestos auspiciados por el PP.
¿Apoyarán decretos como el de la mejora salarial para los funcionarios vascos?
-Vamos a sentarnos a hablar con el Gobierno, pero evidentemente desde los parámetros iniciales que acabo de enumerar.
Mientras siga el nuevo Estatus, será difícil entonces.
-Sí, no lo va a favorecer.
El 16 de enero de 2014 usted dijo que “la política de dispersión (...) desaparecerá cuando ETA desaparezca”. ¿Es el momento?
-Digo lo que decíamos todos: si la política de dispersión se diseñó para evitar que los presos pudieran ejercer el frente de makos y ser una pata de ETA, en el momento en el que desaparezca ETA se replanteará. Entiendo que hay que hacerlo con serenidad y sensatez, entendiendo la situación y mucha sensibilidad hacia las víctimas del terrorismo. Yo no me he salido del discurso nunca. Quizá otros...
¿Cree en el giro del PSE en la Ponencia de Convivencia o lo ve electoralista?
-Absolutamente. A medida en que nos acerquemos a las elecciones veremos más desmarques del PSE respecto al PNV, pero la realidad es que el PSE ha sido una mera comparsa del PNV. Más allá de esto, me interesa saber qué hace esa Ponencia, y objetivamente es nada, porque un partido no ha entendido que es fundamental compartir determinadas premisas éticas que tienen dimensión política, interiorizar sin ambages que el ejercicio de la violencia además de un drama para el país, debe ser rechazado con contundencia. No ha salido un solo pronunciamiento en estos años. Me llama la atención que hayan sido incapaces de posicionarse ante nada. ¿Los que están participando cómo lo justifican? ¿Que trabajan discretamente? Bien, ¿en qué? De vez en cuando deberían decirnos algo. Nosotros ya hemos dicho lo que pensamos, y pido que den cuenta de lo que hacen.
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