El Congreso, al estilo ‘Sálvame’
pastor solo echa a rufián del hemiciclo tras su tenso rifirrafe con el ministro borrell en una sesión de control plagada de gestos y afirmaciones despectivas
Donostia - El Congreso se convirtió ayer en el escenario más parecido al Sálvame -ni siquiera deluxe-, una especie de plató televisivo donde los insultos, la expulsión del republicano Gabriel Rufián tras su enganchada con el socialista Josep Borrell, o el intercambio de golpes entre la ministra de Justicia, Dolores Delgado, y el popular Rafael Hernando provocaron que la Cámara baja se convirtiera en un lodazal político. El penúltimo serial dentro de la espiral peligrosa que está afectando a todas las instituciones y poderes del Estado, y que se ha acrecentado desde que una moción de censura desalojara a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno, tras el último año vivido en el proceso soberanista catalán o la dificultad de Pedro Sánchez para aprobar sus presupuestos. Después de que su compañero de filas, Joan Tardà, advirtiera de que a cada ocasión que se acuse a los independentistas catalanes de “golpistas”, ellos responderán con un “fascistas”; el diputado de ERC acabó fuera del hemiciclo tras las tres llamadas al orden de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, que no ejerció como árbitro imparcial.
La bronca arrancó cuando Rufián, en una pregunta al titular de Exteriores en la sesión de control, le adjetivó como “el ministro más indigno de la historia de la democracia española” cuando “los ha habido muy indignos”. Unas acusaciones que prosiguieron señalando que el socialista “no es un ministro, es un hooligan”, amén de recordarle que mientras Junqueras “se pudría en una cárcel madrileña, usted estaba en una manifestación de la extrema derecha”; y de indicarle que para ministro de Exteriores, Raül Romeva, también entre rejas por la causa del 1-O. “Ha vertido esa mezcla de serrín y estiércol que es lo único que es usted capaz de producir”, le espetó Borrell, respuesta que puso en pie a la bancada socialista, jaleada además por los diputados de PP y Ciudadanos, momento que el republicano aprovechó para gestualizar esa fotografía y, con los brazos abiertos, empezar a gritar “vergüenza”. Esta última fue la única actitud que Pastor reprobó: “Esta es la casa de la palabra, pero la palabra no se puede utilizar por ninguno para insultar”.
escupitajo ‘invisible’ Rufián abandonó el recinto acompañado por el resto de diputados de ERC y, en ese instante, Borrell acusó a uno de ellos, sin especificar quién, de haberle escupido. Fuentes de Exteriores atribuyeron el gesto a Jordi Salvador. “Cuando salía una línea de diputados que acompañaban al señor Rufián uno de ellos se ha girado y me ha escupido”, censuró el ministro, algo que las imágenes ponen en seria duda. La acusación fue negada tajantemente por el grupo republicano. “Niego rotundamente que ningún diputado haya escupido”, zanjó Tardà, quien instó a Borrell a aclarar “por qué convierte un giro de la cara en escupitajo”. “No voy a hacer la anatomía del escupitajo”, replicó el socialista. Para acabar con cualquier sombra de duda, Tardà reclamó que las “cámaras del edifico lo comprueben” -como en el fútbol, el famoso videoarbitraje (VAR)- y reveló después en La Sexta que Salvador había recibido “amenazas de muerte”. En conversación con Efe, este último aseguró que al pasar junto al ministro se limitó a hacer un gesto de “buff” ante la situación creada por la expulsión de Rufián. “Jamás escupiría a nadie. No soy así”, relató el republicano, para quien un escupitajo a tan corta distancia “se ve y se siente”.
Horas después del rifirrafe, Rufián ofreció su versión en Twitter. “Una cosa. Me expulsan por estar en pie como los 150 diputados del PP, del PSOE y de C’s que aplaudían de pie a Borrell. Y alzo los brazos para mostrar lo que estaba consiguiendo un ministro socialista. Lo digo porque hay periodistas a los que se les está olvidando comentarlo”, escribió. También el ministro acudió a la red social para explayarse: “Si el señor Rufián fuera Catilina le hubiera replicado, como Cicerón, Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? (¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?). Pero las Catilinarias tenían un nivel oratorio imposible de comparar con el del diputado Rufián”.
“fascista” y “golpista”, retirados Una vez el ambiente bajó de decibelios, Pastor anunció que iba “a retirar las palabras “fascista” y “golpista” del diario de sesiones. Su postura se recibió de forma desigual por los partidos. Para la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, la presidenta “tiene razón” porque “se han pasado todos los límites” con insultos como “golpistas, etarras o fascistas”. Sin embargo, el PSOE “no se da por interpelado”. Una actitud similar a la que expresó el diputado de Podemos Rafael Mayoral: “Nosotros lo que estamos haciendo es echando espuma, hay quien se dedica a echar gasolina, nosotros somos los de la espuma”. Pastor aprovechó el enfrentamiento para dirigirse a los diputados y reclamar el fin de los insultos que proliferan cada vez con más intensidad, y recordó que a ella le llamaron “institutriz”, mención que le pareció “machista”, aunque luego quiso ir al fondo del problema: “¿Cómo puede ocurrir esto cuando en teoría esta debiera ser la generación de parlamentarios mejor preparada y deberían dar ejemplo en el buen uso de la oratoria?”. El PP apuntó que su grupo no estaba de acuerdo con la retirada de esas palabras y que llevaría el tema a la Mesa del Congreso.
El combate Rufián-Borrell no fue el único episodio, ya que la ministra Delgado y el diputado Hernando también mantuvieron su pelea dialéctica, criticándole la primera “el estilo” impuesto por el popular en el Congreso desde hace años, y él, en otro desaire de tinte machista, mandándola “a casa” para que dimita. Ante este escenario Pedro Sánchez no tuvo otra que salir al paso y lamentar que “se han dicho y hecho cosas terribles. No es la primera vez. Yo mismo he sido objeto de palabras gruesas y graves insultos hace pocas semanas -en alusión a cuando el presidente del PP, Pablo Casado, le llamó “cómplice de los golpistas-“. Y añadió: “Me gustaría empezar mostrando toda mi solidaridad con el ministro Borrell, que ha tenido que soportar palabras y gestos inaceptables. Y agradecer a la presidenta del Congreso sus palabras y su defensa de la moderación”. El presidente español sabe, eso sí, que este capítulo con ERC pone aún más contra las cuerdas su intento de aprobar la cuentas.
La anterior expulsión. La última vez que fue expulsado un diputado fue en 2006 cuando el entonces presidente Manuel Marín echó al popular Vicente Martínez Pujalte. Tuvo lugar en medio de un ambiente caldeado por la intervención del ministro de Defensa, José Antonio Alonso, cuya dimisión era pedida a voces por el PP a tenor del caso Bono, referido a la detención de dos militantes populares en 2005 bajo la acusación de haber agredido al exministro durante una manifestación convocada por la Asociación Víctimas del Terrorismo.
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