“En un bar nunca me ponía de espaldas a la puerta; no vale para nada”
Los testimonios recogidos en el libro cuentan el infierno en el que vivían los amenazados
bilbao - El estudio Misivas del terror recoge 66 testimonios y 140 cuestionarios online. Un trabajo que se inició en 2013 y que no ha sido nada fácil puesto que tal como señaló ayer Izaskun Sáez de la Fuente solo una de cada tres personas con las que contactaron se avino a contar su experiencia.
Tal como señaló la coordinadora del estudio, muchas de las víctimas de la extorsión optaron por el exilio exterior. Este fue el caso de una persona que se estableció en Sevilla, hasta donde le acompañó la psicosis del amenazado. “Hasta épocas muy recientes, muy, muy recientes, nunca en un restaurante o en un bar me ponía de espaldas a la puerta de entrada; son cosas que no valen para nada, ¿no?, pero siempre así. En los semáforos nunca el coche en punto muerto. Todavía me doy cuenta de que estoy en primera y han pasado muchos años ”, relata.
Esta psicosis no la sufría solo el amenazado, sino también su familia. Así, uno de los testimonios hace referencia a la situación que estaba viviendo su mujer: “Mi mujer ha sufrido mucho [?] ha tenido una fobia social. Se consideraba, no llegó a ser una manía persecutoria, pero sí se consideraba observada y se consideraba vigilada. [?] llegó un momento en que no podía ir a un restaurante porque le entraban [?] unas sudoraciones y unas ansiedades que no podía ni comer [?]. Le ha hecho perder mucha seguridad y [?] autoestima. [?] luego vienen a tu casa [los amigos] y ven que vives en una casa estupenda y tal y les cuentas que no estás bien y no te creen [?]. Le echaban hasta broncas a mi mujer sus amigas”.
En Misivas del terror queda claro que la organización armada se servía una red de colaboradores para que señalar a los hipotéticos destinatarios de las cartas amenazantes. Eso llevó a que muchos desconfiaran totalmente de su entorno. “Había mucho inspector de Hacienda, entre comillas, en esta sociedad. [?] su función era, precisamente, el señalar. [?] a lo que más miedo le tenían, sobre todo, era a que no sabían hasta dónde llegaba la red, los tentáculos. [?] a veces tenía la percepción la gente de que ya fuera desde la propia caja de ahorros o banco con el que trabajaban, o desde entornos, incluso, de la sociedad gastronómica o de la cuadrilla, que quien les había puesto en el punto de mira o en la lista para recibir carta, o que quien les había comunicado a esos, a la organización, que eran gente con posibles [?]”.
Ademas, estas personas eran conscientes del fin del dinero que les reclamaba la organización armada: “Él lo decía, que no podía pagar sabiendo que ese dinero iba a matar; además yo creo que decía el número de guardias civiles que iban a matar con 10 millones”.
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