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Las mujeres, más allá de ‘las trece rosas’

EL RELATO CLÁSICO SE HA OLVIDADO DE ELLAS, PERO TAMBIÉN FUERON PROTAGONISTAS DE LA GUERRA Y SUFRIERON LA REPRESIÓN

Las mujeres, más allá de ‘las trece rosas’Foto: N.G.

Los vastos y casi interminables libros de Historia nos han hablado de faraones, reyes, emperadores, presidentes? Todo en masculino. Entre sus numerosas páginas no solemos encontrar demasiadas referencias sobre el papel de la mujer, como si hubieran estado ausentes, inertes, impasibles ante aquello que les rodeaba. El relato clásico de la Guerra Civil española no es más que otro ejemplo del escaso reconocimiento que ha tenido el sexo femenino en la construcción de la sociedad moderna.

El libro de Jesús Ferrero y la posterior película de Emilio Martínez-Lázaro abrieron los ojos de muchos acerca de trece jóvenes que fueron fusiladas al término de la contienda por su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas. Las trece rosas se han convertido en un exponente de la fuerte represión que vivieron las mujeres durante la guerra, algo que parece haber quedado difuminado en un segundo plano tras los generales, las batallas y otras cuestiones bélicas. Sin embargo, este acontecimiento solo supone una de las innumerables páginas que la mujer debería haber completado en las enciclopedias.

Y es que, como recuerdan las participantes del grupo de investigación Garaian de la UPV/EHU Gurutze Ezkurdia, Karmele Pérez y Begoña Bilbao, las mujeres también fueron fuertemente reprimidas durante la guerra. De hecho, se crearon establecimientos penitenciarios destinados específicamente para ellas. Regentadas por monjas, estas prisiones servían para castigar las ideologías contrarias al bando sublevado, incluyendo también al nacionalismo vasco, de creencias cristianas. Un ejemplo de ello fue la cárcel de Saturraran, en Mutriku, que permaneció abierta entre 1938 y 1944. Un antiguo balneario de lujo albergó a más de 4.000 presas procedentes de diversas partes del Estado.

En el papel de la mujer durante la contienda merece capítulo aparte su labor como apoyo a los presos. Una de las herramientas más útiles fue Emakume Abertzale Batza, una asociación nacionalista que contó con unas 28.000 afiliadas. Este movimiento organizó la lucha en la retaguardia y algunas de sus integrantes llegaron a realizar labores de espionaje. Muchas de ellas eran maestras y acompañaron a los niños evacuados al extranjero. Al término de la guerra, unas tuvieron que exiliarse, pero otras siguieron ejerciendo una fuerte oposición a la dictadura franquista desde la clandestinidad.

NOMBRES PROPIOS Los turbulentos sucesos desde el inicio de la Guerra Civil dificultaron los ya arduos intentos de las mujeres por tomar parte en el desarrollo de una sociedad española dividida en dos bandos. No obstante, figuras históricas como Dolores Ibárruri se erigieron como auténticas pioneras. La Pasionaria nunca respondió al perfil tradicional de la mujer de principios del siglo XX. Involucrada en las revueltas de los mineros de Asturias en 1934, consiguió ser diputada en el Parlamento por esa misma circunscripción. Un día después del alzamiento militar que fracturó la tensa calma de la II República, pronunció aquel “¡no pasarán!” que con el tiempo muchos activistas han convertido en una verdadera proclama. La dirigente comunista se mantuvo fiel al bando republicano e incluso impulsó un batallón femenino en el Quinto Regimiento para hacer frente a los sublevados.

Otra de las precursoras de la progresiva feminización de la sociedad fue Federica Montseny. A pesar de su ideología anarquista, formó parte del Gobierno republicano de Largo Caballero con la contienda ya empezada. Su paradójica participación en un Ejecutivo la terminó convirtiendo en la primera ministra de la historia de España asumiendo la cartera de Sanidad y Asistencia Social, donde puso en marcha destacados proyectos que no llegaron a cuajar por el escaso tiempo que permaneció en el puesto. Durante su mandato se despenalizó la práctica del aborto inducido, hecho que le hizo enfrentarse a otros miembros del gabinete español. Su salida tras los sucesos de mayo le demostró la imposibilidad de generar cambios sociales desde el Gobierno, por lo cual volvió a sus postulados anarquistas.

Canon Tradicional En el bando sublevado, en cambio, las mujeres estuvieron sometidas a un papel mucho más conservador y retrógrado, lejos de los axiomas feministas. El único instrumento que las organizó de alguna manera fue la Sección Femenina, pero tan solo sirvió para tratar de mantener el canon tradicional otorgado a ellas. Esta organización franquista, liderada por Pilar Primo de Rivera, adoctrinaba a las mujeres sobre su actitud ante los hombres bajo proclamas que les instaban a arreglar la casa, satisfacer al marido y hacerse cargo de los niños, siempre excluidas del mercado laboral.

La cruenta Guerra Civil española se erige así como uno de los capítulos en los que lamentablemente las mujeres se han visto marginadas a través de una completa indiferencia.