donostia - 365 días después de que se viera forzado a comparecer por la presión social y de la oposición para intentar desmontar el caso Bárcenas y los supuestos sobresueldos en el PP, Mariano Rajoy se marcha esta vez de vacaciones encantado de haberse conocido, henchido de felicidad por los últimos datos que apuntan a lo que considera un repunte económico, y aparcando para septiembre la diatriba del modelo territorial que, en lo que atañe al proceso catalán, parece estar seguro de que se diluirá por la vía de la legalidad. Sin plasma de por medio, aceptando preguntas y, eso sí, echando balones fuera, el presidente español cerró el curso político tirando de eslogan: “El crecimiento ha venido para quedarse”. Una frase hecha que bien pudiera emplear en plena campaña, si bien descartó que entre sus intenciones esté el adelanto electoral y ni siquiera una remodelación de su Gabinete.

“La recuperación es firme y cada vez más intensa. No estamos ante un espejismo ni un alarde de optimismo injustificado. Pisamos terreno sólido y esto lo confirma la OCDE, el FMI y otros organismos internacionales”, se vanaglorió antes de que el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, le conminara a pisar más “la calle” para darse un baño de realidad. Contrincante al que deseó la mejor de las suertes cuando se refirió a las bondades del bipartidismo y al asegurar entre líneas que todo aquel que no vote al PP, haría bien en hacerlo por el partido de Ferraz. A juicio de Rajoy, si 2012 fue el año del “ajuste” y 2013 el de las “reformas”, 2014 está siendo el de la “recuperación”. “El primer semestre del año ha confirmado este pronóstico de manera inapelable”, insistió desde La Moncloa haciendo acopio de prolijos datos, obviamente, favorables: desde la prima de riesgo -en 138 puntos básicos- al PIB del último trimestre, pasando por las “mejoras” en sanidad pública, educación, pensiones, dependencia y “un descenso del paro juvenil”. Textual. “Un giro de 180 grados en la creación de empleó”, aplaudió sin ambages Rajoy, que aplaza para la próxima legislatura la reforma del sistema de financiación autonómica, lo que deja en el aire la renovación del Cupo. “Este no era el mejor momento para revisarlo porque no hay recursos suficientes para repartir entre las comunidades”, justificó.

Si alguien esperaba que al albur de esta ola de buenas previsiones optaría por disolver las Cortes y convocar elecciones, el líder del PP negó la mayor. “¿Voy a agotar la legislatura? Sí, ¿Cambios en el Gobierno?, no”, aseguró escuetamente mientras esquivaba las preguntas sobre la corrupción que, sin ir más lejos, ha acabado con el popular Matas en la cárcel, incluido el caso Pujol, lo que definió como “acontecimientos” que espera no se repitan. En este contexto, volvió a desprender felicidad al afirmar que “la Justicia está funcionando y tratando a todos por igual”. “Celebro que ya no estén en el partido”, apostilló respecto a Bárcenas, Fabra y el expresident balear. E insistió en las bondades del bipartidismo: “Eso es lo que da estabilidad y certidumbre”, dijo relegando opciones que no citó para no emitir “juicios de valor” y “que se han dado en toda Europa”, en una clara alusión a Podemos y Pablo Iglesias.

con catalunya, ley y diálogo La consulta catalana está a la vuelta de la esquina y, tras la reunión que mantuvo con Artur Mas, Rajoy sigue marcando sus líneas rojas sin salirse del guion preestablecido aunque ahora hace un llamamiento más explícito al diálogo y a un posible entendimiento, quizás en referencia a las 23 propuestas que le planteó el Jefe del Govern y que atañen principalmente a financiación, infraestructuras, lengua, educación y cultura. “Yo no sé que ocurrirá el próximo 9 de noviembre pero sí sé una cosa: que el presidente de la Generalitat ha dicho que no hará nada ilegal. Y espero que así sea”, ilustró Rajoy sobre el encuentro con el líder de CiU, si bien Mas entiende que el referendo marcha por cauces legales a través de la Ley de Consultas que está fraguando aunque la posterior prohibición del Tribunal Constitucional se halla en el horizonte de esta hoja de ruta. El presidente español, que evitó no hacer sangre con el tema de la herencia oculta de Jordi Pujol, insistió en que la consulta “es ilegal y el presidente del Gobierno tiene la obligación de hacer cumplir la ley”. Pero introdujo una cuña que abre el escenario a la famosa tercera vía que propugna Duran i Lleida: “Mi posición es la ley, sí; pero diálogo, también”. Mientras, Rajoy ironizó: “No sé cuál es la tercera vía ni sé cuales son las otras dos”.

La oposición no tardó en reprocharle tanto exceso de triunfalismo. A juicio del líder socialista Pedro Sánchez Rajoy se limitó a hacer “una lectura parcial e interesada” de la situación con un discurso “autocomplaciente”. “El señor Rajoy lo que necesita es pisar la calle, hablar con los pequeños y medianos empresarios, trabajadores y trabajadoras, con las amas de casa y con los parados, y saber exactamente cuál es la realidad del país que gobierna”.

El diputado de Izquierda Unida en el Congreso, Gaspar Llamazares, le acusó de concluir el curso sin haber tomado ninguna medida contra la corrupción; de pregonar una recuperación “pobre, tardía, precaria” y que está basada en la precariedad laboral, la devaluación salarial y en el recorte social; y de formular una reforma fiscal que considera “un regalo para ricos”.