Lunes, 15 de octubre. Sede del PP de Bizkaia, en pleno centro de Bilbao. La cita es a las 11.15 horas, aunque el entrevistado se retrasa. La culpa es del fotógrafo, explican al periodista en la sala de prensa popular, donde espera la llegada del candidato a lehendakari. La demora, sin embargo, no supone ningún tipo de problema. Antonio Basagoiti muestra desde el minuto uno una muy buena disposición y deja claro que dedicará el tiempo que haga falta a la entrevista. Tampoco hace falta: 22 minutos le bastan y le sobran para completar la batería de preguntas. Tiene la buena costumbre de ir siempre al grano, haciendo gala de una concreción que el periodista agradece. Claro y conciso, responde a lo que se pregunta, sin perderse en divagaciones ni circunloquios. Tampoco se esfuerza, de entrada, en tratar de eludir ningún tema, pero tira de frivolidad como medio de defensa. Sus posiciones, por mucha polémica que puedan generar, son harto conocidas, y Basagoiti no se esmera en esconderlas ni maquillarlas. Su ideario, su proyecto, está encima de la mesa y lo muestra sin complejos, sea en el ámbito de la soberanía, sea cuando se le fuerza a tocar la economía -tema en el que por sí solo no entra-. Está convencido del proyecto que defiende, incluso cuando tiene que hablar de cuestiones tan espinosas como los recortes. No obstante, antes de empezar, se acuerda de su exsocio Patxi López. "¿Os va a dar la entrevista?", pregunta. "Nos tememos que no", responde el periodista. Sonríe y cabecea. "Qué miedoso", dice en tono distendido.