Asegura que ahora existe una buena oportunidad para dar un acelerón en la normalización, que es el momento de arriesgar.

Mi mensaje sería que están ocurriendo cosas muy importantes, pero que tampoco podemos lanzar las campanas al vuelo. Desde hace dos años aproximadamente, cuando sufrimos el último atentado mortal en España, no hay violencia terrorista ni callejera, tampoco hay impuesto terrorista, lo cual es importante aunque a veces parece que lo olvidamos. ETA ha hecho y ha dicho cosas que jamás había dicho ni hecho, pero al mismo tiempo no tenemos la certeza de que la organización como tal vaya a desaparecer en un corto plazo. Yo no soy de los que creen que una organización con una historia desgraciadamente tan larga vaya a cerrar la persiana y apagar la luz de la noche a la mañana.

¿Qué posición hay que adoptar ante esta situación?

Creo que vamos a vivir un escenario largo en el tiempo y que tenemos que ser inteligentes, mantenernos unidos y ser muy exigentes, especialmente con esta expresión política que ha surgido, Bildu, para que su apuesta por el fin de la violencia, si es que es sincera, sea definitiva e irreversible. En ese sentido, alabo el entendimiento entre el Gobierno español y el PNV y el Gobierno Vasco en particular.

Si el escenario es largo en el tiempo, con unas elecciones generales en el horizonte y con el PP metiendo presión con esta cuestión, la cosa no pinta bien salvo que se dé un acelerón ahora.

Pero es que hay que dejar claro que no se pueden hacer aceleraciones arriesgadas. Si mañana se produjera un notición de que ETA anuncia el cese definitivo de la violencia, que se plantea un futuro estrictamente basado en la política, entonces podríamos empezar a hablar de otra manera, pero no tenemos la certeza de que eso vaya a ocurrir. Más bien hay que presumir que eso va a prolongarse en el tiempo y por otra parte el curso de la democracia en España, con lo que pueda pasar en las generales, tiene que seguir su propio ritmo. La realidad nos exige ser prudentes e ir dando poco a poco los pasos que los acontecimientos nos demandan.

Da la sensación de que el asunto de Bildu está causando mucho más revuelo en España que en Euskadi.

Pues es verdad. Sin embargo, la polémica es más mediática y electoral que ciudadana. Sinceramente, creo que la mayor parte de la ciudadanía en el conjunto de España acepta con más naturalidad y respeto los acontecimientos y las resoluciones judiciales. Pienso que hay más comprensión y quiero creer que también más esperanza como en el conjunto del País Vasco.

¿No tenía que haber hecho el Gobierno un poco más de pedagogía sobre esta cuestión?

Hay que ser prudente. Llevamos muchos años, y mucha de la pedagogía que usted reclama requiere al mismo tiempo la expresión de una esperanza muy fundada. Y no estamos seguros de que al final no pueda ocurrir alguna situación que luego te deje en mal lugar. Ha ocurrido en otras ocasiones y ha fracasado porque al final los cuatro duros han vuelto a la violencia y han vuelto a producirse decepciones.

¿Por qué el Gobierno español celebró la primera decisión del Tribunal Supremo y celebró también la segunda decisión del Constitucional que tumbaba la anterior?

Porque el Gobierno tenía en su mano informes policiales y antecedentes como para presentar la demanda. El Supremo lo entendió así y el TC por el contrario, quizás desde una perspectiva más garantista, entendió lo contrario. Los fundamentos jurídicos de ambas posiciones son muy respetables y muy fundados en derecho, el Gobierno ha sido respetuoso y ha aceptado la resolución final.