Vitoria/Donostia. Las instituciones vascas celebraron ayer el Día de la Memoria con un objetivo en mente: que las víctimas de la violencia no sean también víctimas del olvido, y que este recuerdo sirva para construir un mañana en el que la intolerancia y el fanatismo no puedan seguir zancadilleando la convivencia de los ciudadanos vascos.
Reparación y justicia. Convivencia y libertad. Esos fueron los ejes desde los que los representantes municipales, forales y gubernamentales tejieron un discurso unitario tras el que, sin embargo, se ocultaba la semilla de una división que aún lastra la construcción de este espíritu de futuro y que ayer se reflejó en las ausencias -de palabras y personas- que se hicieron presentes bajo la lluvia impertinente.
La jornada comenzó en los jardines de Ajuria Enea, donde víctimas y representantes institucionales se agolpaban en torno a los calefactores luchando por templar el invierno que se coló bajo la carpa.
La Directora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, Maixabel Lasa, fue la encargada de romper el hielo. Y lo hizo prestando su voz a la declaración del Día de la Memoria por la que la mayoría del Parlamento Vasco acordó reivindicar el derecho que asiste a los vascos a "convivir en paz y libertad" y subrayar lo necesario que es preservar el recuerdo de lo pasado para labrar "un futuro en paz y libertad".
Víctimas: símbolo y argumento Su testigo lo cogió Patxi López, que situó a las víctimas como "argumento fundamental para la deslegitimación ética, política y social del terrorismo" y como "símbolo de la libertad y el pluralismo de Euskadi". "La fuerza de la memoria consiste en abrir expedientes que la historia y el derecho daban por definitivamente cerrados. La memoria, así, no se arruga ante términos como prescripción, amnistía o insolvencia", subrayó tomando prestados los pensamientos del filósofo español Reyes Mate. Frente a él, la escultura de Agustín Ibarrola inaugurada ayer en Ajuria Enea se asentaba sobre la hierba reivindicándose como testigo mudo de un pasado aún demasiado presente.
Concluido el tiempo de los discursos llegó el de la tertulia; algo menos de media hora en la que los representantes institucionales se acercaron a las víctimas para compartir con ellas el café de media mañana pero también sus impresiones sobre las presencias y las ausencias o sus sensaciones sobre el momento actual sobre las que, como no, sobrevolaron constantemente las declaraciones de Felipe González y Jesús Eguiguren sobre el pasado y el futuro de la violencia.
El objetivo de la paz Paraguas en mano, la comitiva se trasladó a pie hasta el Parlamento. Allí esperaban la presidenta y los miembros de la Mesa de la Cámara para recibir a los invitados, que pronto ocuparon los palcos en los que habitualmente se pertrecha la prensa para escuchar de nuevo la declaración del Día de la Memoria y compartir con los parlamentarios un intenso minuto de silencio. "El final del terrorismo y la consecución de la paz es un objetivo prioritario de la sociedad vasca y de las instituciones que la representan", leyó Arantza Quiroga.
En el centro de la sala, un puñado de escaños vacíos (los de EA y Aralar, que trasladó a la Virgen Blanca su demandas en favor de un reconocimiento de "todas las víctimas", incluidas las otras, las causadas por actos de "motivación política") recordaban que la unidad de todos los demócratas en esta materia es aún un objetivo que está por alcanzar. Más allá de los muros del parlamento, los ediles y junteros de Alternatiba y de la izquierda abertzale ilegalizada engrosaban también la fotografía de las ausencias.
Y es que el eco de esta primera celebración del Día de la Memoria repicó también en ayuntamientos y diputaciones, donde se también se compartieron minutos de silencio y ofrendas florales.
Es el caso de las Juntas Generales de Gipuzkoa, donde en un sencillo acto, los junteros guipuzcoanos de PSE, PNV, H1!, PP y EB-Berdeak celebraron un Pleno extraordinario en el que la presidenta de la Cámara, Rafaela Romero, dio lectura a la declaración interinstitucional de siete puntos que se leyó en ayuntamientos, Juntas Generales y Parlamento Vasco.
Cuando Romero concluyó la lectura, sonó el Agur Jaunak que los junteros escucharon de pie, antes de dirigirse al exterior del edificio de las Juntas. Una vez la comitiva encabezada por el diputado general, Markel Olano, y la presidenta de la Cámara llegó allí, cada juntero salvo los de Aralar y Alternatiba -que no se sumaron a la conmemoración- depositó una flor en la base del conjunto escultórico de Iñaki Olazabal inaugurado en 2008 en memoria de "todas" las víctimas.
Además, muchos ayuntamientos del territorio como Donostia, Irun, Eibar o Tolosa celebraron plenos extraordinarios o actos conmemorativos en los que recordaron a las víctimas de la violencia terrorista.
Arkaute La representación liderada por el lehendakari, incapaz de estar presente en todos, optó por acercarse hasta Arkaute para sumar a esta jornada el recuerdo a los 15 ertzainas que también han perdido la vida en los últimos 25 años. Gracias a su "sacrificio irrepetible" los vascos son hoy más libres, subrayó el propio López ante un impresionante mar de txapelas rojas cuadradas en el saludo ante el jefe del Ejecutivo vasco.
La agenda oficial sí hizo hueco para poner el broche a esta jornada en un último acto a nivel municipal. El Gabinete López eligió para hacerlo Andoain; un municipio que, con siete víctimas mortales, supone un hito especial en la geografía del dolor causado por la violencia de ETA, pero también por la de otros grupos terroristas como la Triple A o el Batallón Vasco Español. Un guiño éste al reconocimiento del carácter plural del sufrimiento de las víctimas y los familiares y amigos atropellados por este largo conflicto que no bastó para cerrar la brecha que aún separa sensibilidades y que señala a la clase política el trabajo que le resta por hacer.
Como testigo del recuerdo, quedó inaugurada en el parque José Luis López de la Calle la escultura Askatasunari-A la libertad, obra del artista Gotzon Etxeberria en homenaje a todas las víctimas del terrorismo.