El mundo de la pelota en general, y el de la pala en particular, está de luto por el fallecimiento a los 79 años de edad de Jorge Utge. El pelotari argentino dejó una imborrable huella en Bilbao, donde entre las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo se convirtió en una de las grandes figuras de una modalidad que, en aquella épocas, vivía tiempos dorados alrededor del Club Deportivo.

En 1975, cuando a los 31 años ya se había labrado una brillante carrera en el campo aficionado en su país natal, cruzó el Atlántico para dar el salto a la pala profesional. Cuando llegó se encontró un mundo nuevo. "No sabía sacar. No tenía ni idea de lo que era el juego de pala. Pero su sabiduría, su habilidad innata para cualquier juego de pelota y su gran amor propio hicieron que aprendiera todos sus secretos", comenta sobre él Jesús Azurmendi, expalista profesional y un erudito en la historia del leño.

Utge (izquierda), junto al gran Iturri en el vestuario del Club Deportivo. Guajardo

Debutó en el Club Deportivo el 17 de junio de 1975, ganando con Alsua por 45-44 a Urtasun y Begoñés VII. Durante más de una década se codeó con lo más granado de la especialidad y se ganó a la fiel parroquia del frontón de Alameda de Rekalde por la espectacularidad de su juego. Cerró su etapa como pelotari profesional en ese mismo recinto el 3 de septiembre de 1987. Ese día actuó de zaguero y, en compañía del mítico Iturri batió por 45-33 a Arribillaga I y Salvador.

Tras su retirada, Utge se centró en su faceta como técnico. Fue director de Herramienta de la Federación Riojana de Pelota Vasca y, ya en la década de los 90, regresó a Argentina para hacerse cargo de la selección albiceleste. Allí conoció a un adolescente llamado Pablo Fusto, de solo 15 años de edad. "Mi primer contacto con Utge fue cuando empecé a jugar a pelota cuero de cara al Mundial sub-22 de 1996", recuerda Fusto, hoy convertido en toda una leyenda en activo de la pala a sus 43 años. "Veníamos todos de jugar a pelota de goma y no teníamos ni idea de jugar a cuero. Él nos enseñó, fue muy buen entrenador", añade. Pero Utge, además, metió el gusanillo de la pala profesional en el cuerpo del joven Fusto: "Nos contaba muchas historias de la pala en Bilbao, tanto como jugador como de experiencia de vida, y a mí me empezó a entrar la curiosidad". Años después, el también delantero bonaerense hizo el mismo camino que Utge y recaló en Euskadi, superando los logros alcanzados por su paisano y predecesor. "Le estoy muy agradecido por todo", indica Fusto, quien durante todo este tiempo no perdió el contacto con Utge. "En 1998 se fue a México, pero solíamos hablar por teléfono. La última vez que estuve con él en persona fue en 2019, en los Juegos Panamericanos de Lima (Perú), en los que yo jugué con Argentina y él era preparador de la selección mexicana", recuerda Fusto, quien en su cuenta de Facebook se despide de él con un "Descansa en paz, mi Jorgito".