Donostia - Sin prisa, pero sin pausa. Es el lema que se puede aplicar a la carrera profesional de Oinatz Bengoetxea, que debutó en 2002, con 18 años recién cumplidos, y ha tardado casi 13 cursos en acumular dos txapelas: la del Manomanista de la LEP.M que se caló en junio de 2008 y la del Parejas que conquistó el pasado domingo, junto al riojano Álvaro Untoria, en el frontón Bizkaia de Bilbao. Y no habrá sido por falta de intentos, ya que el leitzarra ha merodeado siempre las últimas rondas de los grandes torneos organizados por la Liga de Empresas, pero ha tenido la mala fortuna de toparse durante su trayecto profesional con dos bestias de la talla de Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo. Sin embargo, Bengoetxea VI nunca ha desfallecido y la mejor muestra la encontramos en el torneo que ganó el pasado domingo, una competición en la que ha superado todos los contratiempos que se han puesto en su camino hacia el primer escalón del podio.
Oinatz Bengoetxea consiguió el domingo la txapela, la prueba objetiva que le convierte en campeón, pero también se ha llevado el título honorífico de mejor pelotari de la competición, designación para la que ha conseguido poner de acuerdo a técnicos, rivales y aficionados. Resultan meritorios ambos éxitos, ya que al leitzarra le ha tocado compartir gerriko con tres zagueros diferentes (comenzó el torneo con Andoni Aretxabaleta, al que Ibai Zabala sustituyó en una ocasión y al que terminó supliendo de manera definitiva Álvaro Untoria) y no hay que olvidar que superó la primera fase con muchas apreturas. Sin embargo, fue ahí donde puso los cimientos a partir de los cuales edificó su txapela.
Y es que Bengoetxea VI y Untoria sacaron billete para la liguilla de semifinales en la última jornada de la maratoniana ronda de cuartos de final, fase que se prolongó durante 14 fines de semana y en la que alcanzaron la última cita con la obligación de ganar a Irujo y Barriola, los defensores del título, y además hacerlo por una renta de al menos seis tantos. La dificultad añadida residía en que sus rivales también se jugaban el pase y les bastaba con alcanzar el cartón 17 para lograrlo. Pero el pasado 21 de marzo Bengoetxea VI y Untoria comenzaron a escribir una página gloriosa en la historia de la pelota, sobre todo el delantero de Leitza, que completó en Irun una exhibición ante los campeones para acceder a la siguiente ronda de una manera tan agónica como merecida. Después vinieron sendas demostraciones en las dos primeras jornadas de la liguilla de semifinales, el lógico bajón en la tercera con el billete de finalistas ya asegurado y una final en la que Bengoetxea VI puso el ritmo al que se movieron el resto de protagonistas del envite.
De esta forma se llevó Oinatz el Parejas, un torneo que ya optó a ganar hace una década. Falló en su primera final y, aunque tardó diez años en volver a otra, ya no perdió su oportunidad. En 2005, con Rubén Beloki de compañero, el leitzarra claudicó ante Irujo y Fernando Goñi. Después ha llegado a otras tres finales más y ha ganado las dos en las que no se ha cruzado ni con el delantero de Ibero ni con Aimar Olaizola, su verdugo en la final del Cuatro y Medio de 2012. Y es que Oinatz Bengoetxea ha estado siempre a la sombra de los dos pelotaris en activo con mejor palmarés, aunque ha aprovechado las escasas ocasiones en las que ha tenido la opción de asomar la cabeza. Como en el mano a mano de 2008. Como en el Parejas que concluyó el pasado domingo. Como siempre. Sin prisa, pero sin pausa.