Nueva facultad de Medicina

Junto al hospital de Basurto. Hace unas semanas, las primeras autoridades universitarias, políticas vascas y profesionales asistieron a la colocación de la primera piedra de lo que será la nueva Facultad de Medicina, Enfermería y Fisioterapia, lo que no significa que se amplíe el número de alumnos. A estos actos con foto ya no se invita a las autoridades militares, a pesar del relumbrón y colorido que aportaban sus vistosos uniformes cargados de chatarrilla, la faja roja del general, ni a las eclesiásticas, la mitra, cruz pectoral y báculo del obispo con su sotana y faja moradas con el hisopo y acetre de plata, para bendecir el acto. Por las mismas fechas se celebró una ceremonia parecida en La Rioja, donde crean una nueva facultad. Seguro que acudieron clero y milicia y sirvieron unos choricillos y vino que, ya puestos, también bendeciría el prelado. Aquí, que tanto presumimos de gastronomía, nada. Somos unos rancios y lo disfrazamos con la gestión del presupuesto.

No hay médicos

Dice el mantra. Es cierto. Con matices. Según la OCDE (Organización para el Desarrollo y Cooperación Económicos), España es el sexto país del mundo en número de médicos y el segundo con más facultades por población, detrás de Corea del Sur, aunque su profesorado carezca de la acreditación de la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de Evaluación de la Calidad y Acreditación).

El Informe Oferta-Necesidad de Especialistas Médicos 2021-2035, quinto de los elaborados desde 2007 por técnicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para el Ministerio de Sanidad, analiza el fenómeno y advierte de la tendencia al desastre, porque paliar el déficit de profesionales, lleva su tiempo. Desde que una chavala (el 61% de los profesionales son féminas) entra en la facultad, hasta que está operativa, transcurren diez o doce años. Y luego hay que esforzarse para que no se marchen, evitando la sobrecarga asistencial, especialmente en Atención Primaria, y las condiciones de trabajo. Y vuelta a la gestión de recursos humanos, también de Osakidetza, sin ser los peores, en el conjunto del Estado.

Faltan médicos por graves errores de planificación de las necesidades a futuro de especialistas, que se arrastran desde la época de M. Rajoy y por un descenso del gasto sanitario consignado en los Presupuestos Generales del Estado desde que llegó a la Moncloa en 2011 y que mantuvo durante todo su mandato.

Nefasta planificación intencionada, en sentido contrario a las necesidades a cuatro o cinco años vista y esto, a pesar de que era conocido, que en estos años y los próximos diez o doce se jubilaría un importante porcentaje de la plantilla de médicos del Sistema Nacional de Salud en general, Osakidetza incluida.

En los últimos años ministra Darias  se adoptó la decisión de aumentar la oferta de plazas MIR, aunque esta medida, per se, no solucionará el problema. La tendencia apunta hacia una relativa mejora en los próximos años, siempre que se planifique adecuadamente. Podría ocurrir que, en una década, tengamos una plétora de profesionales en algunas especialidades, no en medicina de familia.

En cualquier caso, convocar plazas MIR, que no son unos cursillos como diría un orondo magistrado, lleva aparejado disponer de suficiente personal formativo, es decir, de médicos tutores de esos médicos-alumnos, algo que tampoco se improvisa y que también hay que pagar, que son los responsables de la actividad asistencial de un centro de salud o un hospital, para no caer en la tentación de cubrir la necesidad de plantilla con residentes.

En España hay cerca de 42.000 profesionales médicos en este primer escalón asistencial; 1.500 ya han superado los 65 años y uno de cada tres tiene más de 60 años, por lo que 12.000 estarán en edad de jubilación de aquí a 2027. Que esto ocurriría dentro de cuatro años se sabe ahora igual que se sabía hace cinco, diez o veinte años.

Nuevas facultades

A partir de 2005 y durante los siete años siguientes, se incrementó notablemente el número de plazas para estudiar medicina en las facultades públicas y privadas. Nuevamente, el inquilino de la Moncloa que ya hemos citado, revirtió la tendencia, aunque únicamente en las universidades públicas.

Se pasó de 28 facultades a 46, la mayoría privadas, con un incremente del 43% del número de alumnas tituladas. Si en 2005 las facultades privadas de medicina, acogían al 5,3% de estudiantes, en la actualidad lo hacen al 20% de jóvenes que, sin necesidad de alcanzar una nota media, a mi juicio excesiva e injustificada, acceden a los estudios porque sus familias pueden abonar matrículas, cuyos importes oscilan entre los 10.000 y 20.000 euros. Esta circunstancia condicionará a medio y largo plazo, el acceso a las plazas MIR de esos borjamaris, a las especialidades que elegirán y su desarrollo profesional, en un plano diferente al del servicio público a la población para el que, presumiblemente, se diseñó el programa MIR.

Me riñen

Y tienen razón. Hace unas semanas elogiaba la comida de pintxos que, como si fuera un guiri, tuve que organizar a instancias de mi colega y amigo Lázaro y su familia, en el bar Oliyos del Antiguo. Unos parroquianos me advierten de que no debí comentarlo porque, en una visión apocalíptica de la situación, si se incrementara la afluencia de clientes curiosos de otros barrios, Josetxo subiría los precios –algo que me ha asegurado personalmente que no ocurrirá–; aparecería en las guías gastronómicas; vendrían los turistas, que harían cola en la estrecha acera de la calle Erregezaintza; y espantando a los antiguotarras de toda la vida y simpatizantes. Gentrificación del poteo clásico.

Onkologikoa

Me aseguran que la integración tiene el visto bueno de Ajuria Enea, pero existen discrepancias con los que ostentan realmente el poder, los jefes de servicio. Seguimos a la espera.

Hoy domingo

Ensalada de tomate. Bacalao en salsa verde. Fresas con melón. Café. Petits fours. Txakoli Urruzola. Agua del Añarbe.