Protestas de sanitarios. Y de otras especies que pululan alrededor. No vienen buenos tiempos, por aquello de las próximas elecciones, para tomarse en serio las quejas de unos, con su parte de razón, sin ninguna duda, ni las propuestas o mejor, improvisadas ocurrencias, de otros. Entiendo que los sindicatos, carentes de protagonismo en la concentración a horario intempestivo para lo que ellos acostumbran, de los jefes de servicio, encabecen las protestas por la situación de la Atención Primaria y, aunque la situación no es, ni mucho menos, comparable a la de Madrid en ningún extremo, a los datos me remito, aprovechen el descontento evidente para, por mimetismo, “meter la cuchara”.

Faltan médicos

Repiten como un mantra los responsables políticos y añaden, a modo de justificación, que el problema es en toda Europa. En junio de 2021 había 136.344 médicos trabajando en el Sistema. El 31% adscritos a Atención Primaria (42.114) y el 59,5% a especializada (81.112), y un 9,5% a otras especialidades o tareas (13.118), de los que el 80% trabaja en urgencias y emergencias, ya sea en hospitales o en centros de atención primaria. El número total de profesionales activos en España asciende a 192.484. Esto supone 406,13 por 100.000 habitantes. España es el sexto país del mundo en número de médicos, según la OCDE.

Faltan facultades

Afirman fuentes interesadas de las universidades privadas. También es el segundo país con más facultades de Medicina, sólo superado por Corea del Sur. Sin embargo, su incremento no discurre parejo con el del profesorado que, en muchos casos, carece de la preceptiva acreditación que otorga la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación de España (Aneca).

Parece que el discreto y silencioso ministro de Universidades, Joan Subirats, ha optado por financiar con 55.000 euros cada nueva plaza de docente asociado que se cree en las facultades públicas de Medicina para hacer las prácticas clínicas. La decisión ha supuesto un revulsivo entre los catedráticos que, a estas alturas, me los imagino peleándose para acaparar el mayor número de boletos de esa lotería y alertando a sus amiguetes y familiares, con o sin acreditada experiencia profesional, sobre la oportunidad que se les ofrece. Lo habitual con las plazas de asociados en la universidad.

La medida permitiría incrementar hasta en un 10% el número de plazas de alumnado en las 37 facultades públicas, hasta llegar a los 6.705. Ya lo contemplaban la docena larga de facultades privadas que este mes de octubre ofertarán 1.857 plazas de primer curso. En la última década se ha incrementado en más de 40% el número de graduados, muchos procedentes de las privadas, en las que no se necesita nota mínima de acceso, pero sí un fuerte desembolso económico. Que cada uno extraiga sus propias conclusiones porque me falta espacio.

Falta planificación

Hubo un momento que coincidían el número de egresados con el de la oferta MIR. El Gobierno Zapatero llegó a convocar más plazas, lo que facilitó la afluencia de médicos extranjeros que vinieron a especializarse. Con el acceso de Rajoy a la Moncloa y sus recortes, la tendencia se modificó a la baja. A partir de la convocatoria de 2018-2019, asistimos a un cambio y en el curso 2019-2020 vuelve a existir una brecha positiva entre las plazas MIR convocadas (7.615) y los aspirantes (6.574). En la última convocatoria, en enero, había 8.550 plazas para médicos y el resto para farmacéuticos y enfermeras hasta llegar a los 10.793 aprobados, el 91,78% de los presentados, que a finales de marzo deberán elegir plaza.

Volviendo a las chavalas –el 61% serán féminas– que ingresarán en octubre en la facultad, dentro de seis años se convertirán en médicas que, en su mayoría, optarán por especializarse, para lo que el Ministerio de Sanidad deberá convocar el mismo número de plazas. Cuatro años más tarde, y ya van diez, saldrán al mercado ocho mil y pico especialistas.

El informe Oferta-Necesidad de Especialistas Médicos 2021-2035, elaborado por el equipo EcoSalud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, advierte de que harán falta menos pediatras y más especialistas que traten enfermedades crónicas y a pacientes pluripatológicos complejos, y que la Medicina de Familia y la Medicina Interna serán piezas más esenciales, si cabe, del sistema sanitario. Contando con ese estudio prospectivo, es de imaginar que dentro de seis años la oferta de especialización contemplará esas recomendaciones y potenciará la Medicina de Familia y Comunitaria, Anestesiología y Reanimación, Geriatría, Psiquiatría y Radiodiagnóstico, actualmente deficitarias de médicos, en detrimento de Análisis Clínicos y Bioquímica, Cirugía Cardiovascular, Cirugía Torácica y Obstetricia y Ginecología.

Además, no lo olvidemos, estas médicas, cuando sean residentes, precisarán de un tutor, un médico experimentado, es decir, que el incremento de nuevos estudiantes MIR debe ir acompañado de un aumento de tutores que se responsabilicen de su aprendizaje, lo que exige incentivos para los docentes.

Sobra precariedad

En Osakidetza. No se quejan de las condiciones económicas. A estas alturas todos sabemos que a médicos y pediatras les espantan las pésimas condiciones laborales y los elevados índices de precariedad y la sobrecarga de trabajo. Me cuentan, y yo les creo, que se resisten a que el Sistema les organice su propia agenda y les impida gestionar el tiempo de una manera más efectiva para compaginar la práctica clínica con la formación, la docencia, la investigación, actividades comunitarias o incorporación de nuevas técnicas como cirugía menor o ecografía para incrementar la calidad asistencial. Lo de siempre. Mala comunicación y torpe gestión de recursos humanos. Hay que aprender de Asturias, receptora de médicos de otras autonomías.

Hoy domingo

Cardos. Bacalao rebozado con pimientos del piquillo y ensalada. Manzana asada. Txakoli Arbela de Aia. Café.