Santa Lucía. Cantaba un compañero de estudios cuando íbamos de farra, “acorta la noche y alarga el día”, anunciando la llegada del solsticio de invierno. Eso debía ser en la época de Franco, porque la realidad es que el aumento del número de horas de luz se inicia entre el 20 y el 23 de diciembre. Por fijar una fecha orientativa, el 21, por Santo Tomás y la txistorra.

El 13 de diciembre se celebra en Zumarraga la feria caballar por excelencia en Euskadi. En el siglo XVII y quizás antes tenía lugar alrededor de la ermita de Santa Lucía de Anduaga, en Ezkio, pero en el siglo XVIII, por razones económicas, disfrazadas de seguridad, se trasladó a Villarreal (Urretxu). Luego, la gran afluencia de feriantes, ganado y la carencia en la villa de infraestructuras para alojarlos durante los ocho o diez días que duraba el evento, desplazó la actividad comercial hacia Zumarraga, que disponía de mayor espacio y mejores prestaciones.

Hoy apenas se realizan transacciones, pero se ha convertido en el punto de encuentro del mundo rural guipuzcoano y multitud de visitantes en ambas localidades hermanas, con un amplio y coordinado programa que incluye exhibiciones de artesanía, de ganado, partidos de pelota, concursos, mercadillo y esa moda tradicional de comer indigestos talos con un pésimo chorizo.

Los más afortunados comeremos en Etxeberri, como siempre, y no les recomiendo ninguna de las creaciones que ofertan en su carta porque no sabría decantarme por ninguna. Que les sorprendan, pero reserven la mesa con antelación.

OSI Donostialdea

Han rodado cabezas por decir las cosas como son y no como le gustaría que fueran a la consejera. Esa es la lealtad que exige. Lo contrario, guillotina. Para pensar, se bastan ella y su equipo de confianza política. Además, eran cargos de designación, tanto a la hora del nombramiento, como del cese. Enseguida nos lo recordaron dos gregarios, uno de cada bando, del pelotón gubernamental. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó (Job 1:21), en este caso la Señora. Aunque los designios de los que se esconden tras la consejera sean inescrutables, quizás privatizadores a medio plazo.

Obviando el canto a la paciencia y la resignación del Libro de Job, llama la atención que profesionales maduros, consolidados y acreditados, carentes de significación política partidaria pública, gentes de orden que hasta no ha mucho iban de corbata al trabajo se manifestaran –con mascarilla, eso sí– (tampoco son bomberos) protestando por la situación como si fueran sindicalistas o precarios al uso, que algunos lo son. Sería la primera vez para más de uno. Y, además, que expusieran por escrito firmado sus quejas.

Su actitud solidaria con el equipo gestor cesante, insisto, de designación, no es lo habitual en las administraciones, donde los cargos, como los ríos, pasan bajo los puentes, sin más, aunque a veces haya riadas, cayendo pronto en el olvido.

Los directivos de Osakidetza deben reflexionar, desprendiéndose de la soberbia inherente a sus cargos y carné, escuchando a los que saben de lo suyo, que tampoco es la gestión, ofreciendo explicaciones plausibles, diálogo, confianza, transparencia y comunicación. Algo que, al parecer, tenían con las cesadas. Y yo les creo. Conozco a algunos de los manifestantes y tienen todo mi crédito. Están hartos.

Critican la política de gestión de recursos humanos de Osakidetza calificándola de anquilosada, poco imaginativa y nada sugerente para retener profesionales formados en el centro y atraer otros nuevos, mientras crece la demanda sanitaria sin que se planteen las reformas necesarias. Tienen razón, pero olvidan el corsé de la contratación pública, mérito, capacidad e igualdad que, como administración, les afecta. Todavía está pendiente la resolución del contencioso de las pruebas de selección supuestamente trucadas.

No admiten la política de ordeno y mando. Para eso habrían optado por la sanidad militar.

Critican la desidia para implantar un posMIR económicamente viable, dicen, y la actual gestión de los jóvenes especialistas, basada en la permanente improvisación, la precariedad, la falta de planificación del relevo generacional, la indefinición de lo que debe ser un sistema sanitario público moderno y eficaz. Y se sienten discriminados respecto a otros territorios en el déficit de recursos humanos y la permanente pugna de Bizkaia con el resto de los territorios. Y de música de fondo, la privatización.

Los palos de ciego constantes se evidencian en los tres quirófanos de Onkologikoa trabajando al 20% para la sanidad pública, las contradictorias decisiones sobre las obras del Hospital del Bidasoa, la situación de Tolosaldea, la incapacidad para cubrir bajas con personal disponible en algunos servicios con mayor carga asistencial. Y lo penúltimo, el posible traslado de la cirugía de la carcinomatosis peritoneal (Hipec). Pero la fluida comunicación, la confianza que se adquiere practicando el difícil arte de escuchar, garantizan más de la mitad del éxito de la gestión.

La consejera, el cargo le sobrepasa, pero no sólo de ahora, leyó mal y crispada, la nota que le prepararon sus amanuenses concatenados y aguantó el tipo de aquella manera. Papelón. Algo parecido hizo la oposición. Todos daban penita.

Esta semana de puentes vacacionales y la cercanía de las fiestas navideñas con sus luces y mercadillos, hacen que todo se olvide. Luego, como en el covid, saldrá el Lehendakari Urkullu diciendo que todo está muy bien, agradecerá el esfuerzo al personal sanitario, que eso sale gratis, y se acabó. Y los problemas de fondo, los citados y otros que se vienen arrastrando en los últimos ¿20? años seguirán sin abordarse, porque falta capacidad. Hasta la próxima. Y el último, que apague la luz.

Onkologikoa

¿Hasta cuándo?

Hoy, domingo

Achicoria con refrito de ajos y jamón. Redondo en salsa de hongos. Naranja. Tinto Unión de Cosecheros Rioja Alta gentileza de Muruamendiaraz. Café. Xaxus de Eceiza de Tolosa.