n la década de los años 70 del siglo pasado nos mandaban de los pueblos vascos a hacer la mili al Sahara, Ceuta o Melilla. Yo le pregunté a Joseba Elosegi a ver cómo se podía decir en árabe "Viva el Sahara" o "Viva el Rif", porque había vivido en Casablanca. El Rif, Ifni, Sahara... eran en aquel tiempo aún territorios o colonias de España que Marruecos reivindicaba. El cambio de actitud del Gobierno de España debería analizar aquellas reivindicaciones y tampoco se debería olvidar que la pérdida o la apropiación por los Estados Unidos de América de Cuba, Puerto Rico o Filipinas, no supuso perjuicio alguno para la clase trabajadora de España.

El cambio de postura del Gobierno de España con respecto al Sahara, además de ser éticamente injusto, resultará políticamente perjudicial.

La injusticia ética lo es en primer lugar para el pueblo y las y los ciudadanos del Sahara. Lo es, es segundo orden, para las ciudadanas y ciudadanos de Marruecos y para la democracia, ya que el rey Mohamed VI mantiene su poder valiéndose de las reivindicaciones territoriales. En tercer lugar, la injusticia lo es para la democracia del Estado español y de todo Occidente, puesto que ha supuesto una burla para la opinión pública, que ha seguido la forma ultra de actuar de Trump.

Es obvio que este cambio a quien más deja en el ridículo y desprecia es precisamente a las y los militantes del PSOE. Y es evidente que si tuviese una pizca de vergüenza, el que deberá dimitir es el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que ha quedado como mentiroso demostrado. Pero el debate no ha hecho más que empezar. Aún no se mencionan los antecedentes ni se confiesan las verdaderas razones, ni, por lo tanto, tampoco están sobre la mesa las verdaderas consecuencias.

Los antecedentes directos del Sahara son El Rif e Ifni. Al eufemísticamente denominado protectorado de España en el Norte de África se le llamaba Al Rif. Como consecuencia de la sublevación de 1921, Abdelkrim proclamó la república de El Rif, de la que se instituyó como presidente durante 5 años. Francia y España conjuntamente declararon o iniciaron una guerra en la que se hicieron famosos Sanjurjo, Mola, Franco y otros que en la sublevación de 1936 serían cabecillas. Tetuán era la capital del territorio del Rif y muchos de las y los nacidos en aquella ciudad, como en Tánger y Casablanca, conocían y conocen la lengua española junto con el árabe o la lengua bereber llamada thamazigh.

Francia y España concedieron la independencia a sus protectorados de Marruecos en 1956. Pero en 1958-1959 se produjo una sublevación en los territorios de El Rif que la monarquía de Marruecos ?con la jefatura de Hasan y Ufkir? aplastó, utilizando armamento químico y de fosforo, según se da probado.

¿Es que la monarquía de Marruecos ha otorgado algún tipo de autonomía a El Rif? No. ¿Toma en consideración la monarquía de Marruecos la lengua y la cultura de Tetuán, Tánger, Casablanca y otras ciudades? No. ¿Se dan cuenta los militantes de la extrema derecha de España que con su política atentan directamente contra la lengua española? No son capaces.

Hay que tener en cuenta el caso de Ifni. Había sido declarada provincia española, pero la monarquía marroquí dio paso a su reivindicación y encendió el conflicto en cuanto acabó con la sublevación de El Rif; es decir, al inicio de la década de los años 60, y en 1969 Franco asumió su derrota militar y entregó a Marruecos el territorio de Ifni que había sido titulado provincia. ¿Es que existe en aquel territorio alguna autonomía? No. ¿Es que tiene o se ha reconocido alguna vez por parte de la monarquía marroquí algún tipo de autonomía al territorio conocido como Ifni? Por supuesto que no.

En 1975, hallándose Franco a punto de morir, la monarquía marroquí organizo la invasión conocida como Marcha Verde. El ejército español nuevamente se marchó. Se tomaron unas decisiones que no servían más que para apariencias, por ejemplo, que se entregaba el sur del Sahara a Mauritania. Por lo tanto, dividieron o repartieron el Sahara sin hacer ningún caso a los propios habitantes. Y, por supuesto, Marruecos se apoderó de todo el Sahara una vez que el ejército de España había huido. No ha de olvidarse que el Gran Magreb comprende también en el imperio soñado de Marruecos a la propia Mauritania.

La decisión de la ONU de que se ejercite el derecho de autodeterminación en el Sahara no es solamente un mandato a Marruecos, sino también al Estado español; ciertamente, ambos estados han actuado incorrectamente desde el punto de vista de la democracia. ¿Cómo creer o tomar en consideración la oferta de Marruecos de autonomía para el Sahara si es que no le ha dado autonomía al territorio de El Rif ni tampoco al territorio de Ifni? Más aun, ¿cómo tomar en consideración dicha oferta si en 40 años no le ha otorgado al propio Sahara ninguna autonomía? Y además, ¿de qué autonomía se habla, de la que contiene el derecho a decidir o de una autónomía sin derecho a decidir?

Todos los antecedentes citados ponen en evidencia que la oferta de autonomía de la monarquía de Marruecos es falsa; El Rif, Ifni o el propio Sahara. ¿Y por qué pretende hacernos creer esa mentira el ministro de Asuntos Exteriores de España, señor Albares, que es el mismo un mentiroso demostrado? Y lo que es peor, ¿por qué le ha hecho caso el presidente señor Sánchez, en una actitud llena de orgullo que hace recordar al González de otros tiempos?

Está visto y demostrado que a la monarquía marroquí le es imprescindible la reivindicación territorial en cada momento, y que no es capaz de otorgar ninguna autonomía verdadera ni de efectuar una profundización democrática. Por ello, es obvio que el indigno cambio de postura del Gobierno de España no hará sino impulsar más sus reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla; y quizá, de las Islas Canarias. ¿Qué hacer? Por supuesto hay que defender el derecho de autodeterminación del Sahara, no solo porque lo dice la ONU, sino por imperativo democrático. No haría falta introducir en el debate cuestiones económicas, aunque estoy seguro que esta oscura y aparentemente astuta maniobra de Albares y Sánchez no reportara más que perjuicios, además de a la democracia, también a la economía.