. Estamos iniciando la actividad académica a todos los niveles. Sin embargo, este año, el ambiente no es similar a cursos anteriores y, podemos decir sin equivocarnos, que no es el más adecuado para dar comienzo a una tarea que necesita un clima de tranquilidad social. Por una parte, continúa la pandemia, que hizo mal terminar el curso pasado, y que provoca preocupación en progenitores, profesores y alumnos por posibles contagios, ha hecho necesario variar la manera de impartir la enseñanza. Por otra, la postura de las centrales sindicales que ya han realizado una huelga en los centros escolares con la finalidad de presionar a la Administración para que adopte aquellas medidas preventivas que aseguren la inmunidad tanto de alumnos como de profesores.

Desde el Departamento de Educación se ha optado por la enseñanza presencial en todas las etapas, salvo que sea imposible por aumento de contagios o falta de medios. Para su realización, ha dispuesto de más medios económicos y materiales, reduciendo el número de alumnos por aula, compaginando lo presencial con lo virtual online, restricciones en las relaciones entre los alumnos... que muchos sindicatos consideran insuficientes, exigiendo más personal docente y auxiliar, más pruebas PCR...

Por otra parte, desde las principales centrales sindicales y una parte de la sociedad se continúa la campaña en contra de la financiación pública de la enseñanza concertada, para la que en este curso 2020-21 el Gobierno Vasco ha previsto aportar 623,5 millones de euros, a las 7.159 aulas de 314 centros docentes (casi la mitad de todos los de la CAPV).

2. De fondo aparece, una vez más, el debate sobre la cuestión del sentido o finalidad de la educación y quién es el responsable de su buena realización. No queremos dudar de la necesidad e importancia de tener un sentido personal de la existencia (¿quién soy?, ¿para qué vivo?...) así como el posibilitar que todo ser humano responda personalmente. Lo cual es un proceso que comienza desde el mismo momento del nacimiento y acaba con el último suspiro que pone fin a la existencia, pero que tiene etapas para ir logrando esa autonomía que, en la misma medida, nos hace responsables. Esto es algo más complejo y profundo que la transmisión de conocimientos científico-técnicos, de rápida aplicación en la sociedad y en la empresa, generadores de ingresos económicos. De ahí la diferenciación entre enseñanza y educación, aunque se tienda a equiparar ambos conceptos. El primero es transmisión de conocimientos, técnicas innovadoras y sistemas de estudio, para lo que se necesitan personas formadas capaces de hacerlos asequibles; el segundo supone mayor compromiso y entrega, pues invita a conocer y asumir los valores que ayudan a ser personas íntegras, lo cual sólo es posible cuando quien las dice antes las vive. Es el difícil "oficio" de maestro, que únicamente llena si se tiene esa vocación.

Una educación de calidad y generalizada es uno de los pilares básicos del Estado de bienestar que asegure un futuro social más humano para todos. La UNESCO, organismo de la ONU para fomentar la Educación y la Cultura, ha lanzado una campaña: La nueva normalidad, para dar fuerza a la vuelta a las aulas. Contiene nueve ideas sobre la percepción y organización de la educación en esta nueva etapa, orientándose al servicio de las personas.

Desde la niñez a la primera adultez, los progenitores y el sistema educativo van a tener una importancia decisiva. La dependencia e influencia del ambiente familiar es totalmente evidente, por eso a los progenitores corresponde la toma de decisiones, así como su participación activa en aquellos foros donde se deciden las claves educativas a impartir. Los progenitores tienen derecho a decidir el proyecto y el modelo de educación que desean para sus hijos y la labor subsidiaria de la Administración (a todos los niveles) para garantizar que ese derecho humano básico -la educación- se realice en las mejores condiciones.

Debe garantizarse la financiación de todos los centros educativos que responden coherentemente a la enseñanza humanista, sean públicos o concertados. Pues, todos ellos realizan una contribución eficaz al crecimiento integral de las nuevas generaciones.

3. Teniendo esto presente, se debe respetar cada estamento educativo, sin caer en una confrontación y protagonismo estéril, por defender cada uno su parcela de interés, convirtiéndose en agentes políticos. Que predomine el servicio al menor, con la finalidad de ayudarle en su crecimiento integral, superando la actual crisis social, fruto en gran medida de haber aparcado la educación en valores.

¿Será posible lograr un respaldo al sistema educativo por parte de las familias, los educadores y los representantes políticos? ¿Cuáles serían las bases para este apoyo?

Tarea que debemos abordar sin tardanza y sin que "agentes externos", como la

Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García José María Muñoa