e ha citado en numerosas ocasiones que la pandemia producida por el coronavirus es una guerra que tenemos que ganar. Pues al tema me voy a referir.

Florence Nightingale (1820-1910) fue la creadora de la enfermería moderna. Ella, junto con sus 38 alumnas y compañeras partieron al frente en la Guerra de Crimea (1851). En Scutari se encontraron que de 4.077 heridos de guerra, fallecían más a causa (bacterias) de las infecciones (no se conocía la penicilina), que de las heridas de guerra. Lo primero que acometen es las carencias en la higiene. Separan a los enfermos infecciosos de los heridos. Mandan limpiar los barracones y la ropa de todo el personal, incluidos los pacientes. Queman sus ropas. Canalizan desagües. Es decir, rompen una parte importante de la cadena de fallecimientos con agua y jabón.

Según se llegaría a comentar, la única ganadora de la Guerra de Crimea fue La Dama de la Lámpara.

No hace un mes, en un diario de tirada nacional se publicó un estudio sobre los cambios en los hábitos de consumo en los hogares españoles durante la pandemia: aumento del consumo de electricidad y alimentación, agua sin variación. Material sanitario adecuado en China.

La mayoría de la enfermedades infecciosas tienen o han tenido uno de sus denominadores en común en “la falta de higiene”. Nightingale nos lo explicó con ejemplos, “máxima higiene personal (ropa, comida, manos, etc.) y ofreció resultados.

Durante la II Guerra Mundial, la mayoría de los países beligerantes se encontró que, al enviar a los hombres al frente, en la retaguardia no había personal para mantener la producción industrial. Los ingleses, pero sobre todos los norteamericanos, recurrieron a la mano de obra femenina. El resultado fue un éxito total. Norteamericanos e ingleses en ningún momento tuvieron paradas industriales. La calidad de la producción no se resintió.

Aquí ha faltado mucho y diverso material sanitario, la mayoría imprescindible para limitar las infecciones. Elementos tan poco sofisticados como batas para los médicos y sanitarios, y mascarillas.

Nos encontramos en una situación de alarma, el que escribe calcula que en España habrá unas 50.000 máquinas de coser (distintos modelos) y se pregunta: ¿No se podría haber formado por la televisión, con una breve tutoría, a esas mujeres que saben coser, para que hubiesen producido mascarillas y batas sanitarias? Creo que solo hubiese faltado que se les facilitase el material, porque estoy totalmente convencido de que miles ellas hubiesen acudido como voluntarias. Y que como las norteamericanas e inglesas en período de guerra, el resultado hubiese sido unos productos de calidad, sin roturas de stock.