Es uno de los asuntos más recurrentes en los últimos años que afectan a nuestra economía y que como el Guadiana aparecen y desaparecen de la actualidad, sin que ello signifique una pérdida de interés y una minusvaloración de sus importantes efectos futuros en el desarrollo y competitividad de nuestras empresas y, por ende, del país.

La falta de talento y de profesionales en casi todos los sectores de nuestra economía se ha convertido en un problema estructural de primera magnitud en nuestras empresas, no solo para cubrir el relevo generacional, que está seriamente afectado en su reemplazo por la existencia de una baja tasa de natalidad, que en Euskadi se eleva a 1,28 hijos por mujer, sino para mantener los niveles económicos actuales y recuperar el tamaño económico relativo que este país tuvo en el pasado.

Este problema acuciante, que si no se resuelve de manera prioritaria puede estar ya afectando al desarrollo económico de este país, ha vuelto a ponerse encima de la mesa tras conocerse los datos de una encuesta realizada por el Servicio Vasco de Empleo-Lanbide en la que se constata que siete de cada diez empresas aseguran haber tenido dificultades en los últimos cinco ejercicios para encontrar perfiles profesionales adecuados a sus necesidades.

El dato es preocupante si tenemos en cuenta que el 65%, de las 600 empresas que participaron en la muestra tienen previsto contratar nuevo personal en los dos próximos años, con lo que muchas de ellas verán frustrados sus planes de desarrollo y de negocio al no poder encontrar el personal necesario no solo para sustituir a los trabajadores que se jubilan, sino para aumentar sus plantillas con el fin de afrontar sus retos estratégicos.

Se da la circunstancia de que el 43% de los puestos de trabajo demandados requerían de formación cualificada, mientras que 17% no era necesaria tal condición, siendo ocupaciones elementales, en tanto que en el 40% restante, las ofertas se dirigían a personal de dirección, de apoyo, técnico, científico e intelectual. La falta de formación y especialización adecuada, así como la ausencia de experiencia laboral han sido unas de las razones por las que las empresas no han podido incorporar nuevas personas a sus plantillas.

El resultado de la encuesta de Lanbide evidencia una vez más, el gran problema estructural que presenta el tejido empresarial vasco. Un informe de Confebask, dado a conocer el pasado mes de octubre, ponía de relieve que tres de cada cuatro empresas vascas tenían dificultades para encontrar profesionales adecuados para integrar en sus plantillas. En el caso de Gipuzkoa, el 77% de las compañías del territorio presentan los mismos problemas a la hora de poder contratar personal técnico cualificado, sobre todo de perfil industrial, según se recoge en el último informe elaborado sobre este asunto por Adegi.

Ante esta situación, -que por razones obvias no tiene solución a medio y largo plazo por el envejecimiento de la sociedad vasca y por una tasa de natalidad en mínimos históricos-, no cabe otra solución que incorporar trabajadores inmigrantes al mercado laboral vasco, al igual que desde hace ya muchos años lo están haciendo otros países europeos en su afán por tratar de dar una respuesta a un déficit estructural de ocupación de las vacantes en las plantillas por parte de personas autóctonas.

Los datos estadísticos demográficos y de afiliación a la Seguridad Social están ya constatando esa realidad por la vía de facto y de manera continuada en los últimos años. Así, según datos del padrón publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la población extranjera continúa ganando peso en Gipuzkoa desde el año 2014, hasta el punto de haber crecido un 25% en la última década, lo que supone el 8,5% del total de las personas que viven en el territorio.

Si la referencia es la afiliación a la Seguridad Social en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), los porcentajes todavía son más importantes. Desde el año 2013, el número de trabajadores extranjeros dados de alta para su cotización en el Régimen General de la Seguridad Social ha crecido un 80%, mientras que el aumento de los autóctonos ha sido solo del 10%. En el pasado ejercicio, se batió el récord histórico con la incorporación de 83.233 cotizantes extranjeros, lo que supuso un aumento del 11,4%. Hay que destacar que la CAV fue la segunda comunidad del Estado con un mayor crecimiento de afiliados extranjeros, por detrás de Canarias, en donde el 60% de los nuevos cotizantes registrados el año pasado, fueron inmigrantes.

A pesar de este espectacular incremento, el peso de los inmigrantes sobre el total de los trabajadores vascos es todavía muy reducido y alcanza el 8,4% muy por debajo del 12% que se registra en el Estado y a una gran distancia de Alemania, en donde el 25% de su población es extranjera o tiene un progenitor de origen inmigrante. Parecida situación registra Holanda, en donde la población de origen extranjero representa el 24%.

Según los expertos, la población laboral en Euskadi debería de incorporar 400.000 personas en los próximos años, fundamentalmente inmigrantes, para mantener los niveles de desarrollo y prosperidad que ha caracterizado a este país hasta ahora. Una situación que pueden verse lastrada por la ineficacia de la Administración del Estado en la CAV que no cuenta con el número de funcionarios suficiente para dar cauce a los cambios recogidos en la ley de Extranjería el pasado mes de julio, y que facilitan, en sus diferentes casuísticas, la incorporación de trabajadores extranjeros a nuestro mercado laboral.

Esta falta de previsión por parte del Gobierno español y la inacción de su Delegación en Gasteiz puede estar suponiendo el retraso de expedientes de regularización de trabajadores extranjeros que puede afectar de manera importante al desarrollo y a la competitividad de nuestras empresas.

La falta de personal en las oficinas estatales en Gipuzkoa ha provocado que muchos expedientes de regularización de trabajadores extranjeros hayan tenido que trasladarse a provincias castellanoleonesas, donde la demanda es mucho menor y cuentan con una plantilla de funcionarios suficiente.

Parece que esta situación, que también se ha dado en la Seguridad Social, debido a la falta de funcionarios estatales en Gipuzkoa, ha cambiado a peor en las últimas semanas con lo que se puede estar provocando un cuello de botella que va a hacer que muchas empresas no puedan contratar a trabajadores extranjeros, a pesar de participar en programas de formación.

Después de cinco meses de la aprobación de los cambios de la Ley de Extranjería, la falta de voluntad política por parte del Gobierno español para resolver esta situación, que ya es un problema estructural de muchas empresas, parece evidente porque a la decisión de poner en marcha los nuevos cambios de la Ley de Extranjería se ha unido la falta de determinación para disponer de todos los recursos necesarios para su aplicación. Y todo ello, conociendo la situación que atraviesan nuestras empresas.

Ante esta falta de respuesta de la Administración del Estado para resolver un problema acuciante en nuestras empresas por la falta de recursos humanos y la ausencia de competencias en esta materia por parte del Gobierno Vasco no cabe otra respuesta que armarse de paciencia o esperar que los representantes del Gobierno español en Euskadi actúen en consecuencia y con diligencia.

Si una de las grandes debilidades de la gestión migratoria española han sido las prácticas burocráticas que complican, sin necesidad, la vida de las personas, ahora se ha unido la incapacidad para poner en marcha lo que el texto legal aprobado por el Gobierno español el pasado mes de julio, recoge. No basta solo con legislar, sino también hace falta habilitar los recursos humanos necesarios para que las modificaciones que contiene la ley puedan aplicarse. Lo contrario es un brindis al sol.