s cierto que hoy en día está prácticamente todo inventado, que la creatividad ha alcanzado su techo de cristal? Este sábado visitaba en compañía de un buen amigo una exposición en Tabakalera de la fotógrafa Bego Antón, una artista de realidades fantásticas, siempre a medio camino entre la ficción y lo que nos interpela como sorprendente revelación. El caso es que parte de su obra documental recordaba a otros tantos artistas que la precedieron, y de ahí surgió entre nosotros un animado debate en torno a los límites de la creatividad. ¿Hasta qué punto hay margen para la novedad, la originalidad en el sentido más primario del término, en una sociedad que vomita cantidades ingentes de productos audiovisuales y de arte a granel? Más de 2.500 millones de personas en el mundo disponen de cámara digital. Pongamos que cada una de ellas toma unas 150 instantáneas durante este 2022, lo que nos arroja unos 375.000 millones de fotos al cabo del año. ¿Cuántos amaneceres que creemos únicos se estarán repitiendo en otros puntos del planeta? ¿Es esto posible? ¿Está todo descubierto? ¿Qué queda por revelar? Una tras otra, lanzábamos preguntas sin respuesta, hasta que, cansados del desvarío de dos tipos que rondan la cincuentena, nos pusimos a crear.