e la pandemia también hemos salido mejores. Hemos puesto el foco en aquello que nos ha hecho peores, pero tampoco está de más fijarse en aprendizajes que nos han enriquecido. Hay experiencias que, como se suele decir, nos reconcilian con el ser humano. No todo ha sido y es incivismo, egoísmo, negacionismo y todos los ismos que quieran. Hay ejemplos que sitúan a la empatía en primer plano. Para muestra, un botón. Ainara Berrueta Perugorria es una niña de diez años de Etxalar. Desde que nació lleva un implante coclear, un pequeño dispositivo que a las personas sordas o con dificultades de audición les ayuda a escuchar. La pandemia y, sobre todo, el uso de las mascarillas no han hecho sino complicar aún más su manera de comunicarse con familiares, amigos y vecinos. Los gestos con la cara y la vocalización contribuyen a facilitar esa comunicación y el tapabocas es una barrera. Así que la asociación de padres y madres de la escuela Landagain tuvo la feliz idea de organizar un curso para enseñar el lenguaje de signos. Más de medio centenar de vecinos de Etxalar aprenden cada semana las claves para comunicarse mejor con Ainara en una iniciativa de esas de quitarse la txapela.