egún algunos, el brexit lo han votado los viejos británicos que adoran su tradicional insularidad y se mosquean con tanto extranjero, pero no la juventud, que optaba por quedarse en Europa. El hecho es que la falta de inmigrantes está poniendo en un brete a los habitantes del Reino Unido, que empiezan a echar de menos productos básicos. Si el mercado se autorregula, como defiende Johnsson, tendrán que esperar un tiempecito a que los ciudadanos locales se animen a hacerse, por ejemplo, camioneros. Este oficio, como otros, no debe resultar muy atractivo para los locales y se ha ido llenando de trabajadores de fuera. Ahora es Polonia la que considera que las leyes europeas no van con ellos, ya que sus normativas nacionales son las que deben predominar a pesar de estar en la Unión Europea. Aunque ha habido contestación en las calles, sus tribunales desean ser soberanos en cuestiones en las que otros estados europeos han cedido parte de su soberanía. Con sus muchísimos defectos, la Unión Europea nos da un cierto margen de hermandad no solo comercial, sino también de derechos, que no interesan todavía en algunos lugares. Pues mejor ser menos y bien avenidos, que muchos sin ganas. Y si Polonia quiere hacer un brexit, la puerta está abierta.