ues yo nunca he ganado una medalla deportiva. Ni de oro, ni de plata, ni de bronce. Ni siquiera de cartón. También es verdad que nunca he participado en ninguna competición deportiva en la que se diera una. Bueno, creo que simplemente nunca he participado en ninguna competición. Tampoco tengo copas, bandejas ni trofeos. Ni al mus, que tampoco juego. Así que tengo la vitrina vacía. Bueno, no tengo vitrina en realidad. ¿Para qué iba a querer una vitrina? En el sitio que ahora ocupo en la redacción, alguien colgó un día una placa concedida a la sección de Deportes, que es lo más cerca que he estado de una, como si yo hubiera tenido algo que ver, y ahora me entero leyendo el periódico que el compi que se sienta enfrente y me precede en esta esquina de la página, como en tantas otras cosas, atesora nada menos que "53 preseas". A mí, lo de presea es un término que me suena a reivindicación, la de otro compi que reclama la suya cada vez que termina una página, que es la fórmula con la que el sistema editorial que usamos para hacer el periódico le chiva de que la página está cerrada y enviada para que preparen la plancha en rotativa. Supongo que si hiciéramos un ranking de medallistas en la redacción yo sería el último. Lo pienso y no sé qué he hecho con mi vida. Bueno, sí lo sé, y también ha estado bien aunque no me pongan medallas.