a semana pasada arrancó con el crimen de A Coruña, se llevó por delante los hechos y finiquitó la ciencia mientras Pedro Sánchez -entre otros- se apretaba un "chuletón al punto" sin que pase nada porque se ha instalado una forma de funcionar en la que en el debate público la perspectiva sobre los hechos no se fundamenta en los argumentos existentes, sino en la posición que uno ocupa y lo que se espera de ella. Por ejemplo: el asesinato de Samuel Luiz. Algunos de los que lo apalizaron le gritaban "maricón", declararon a la Policía testigos presenciales. Para parte de la opinión publicada, sin embargo, no es una acción homófoba sino un "malentendido". Se pretende contraponer ambas versiones cuando un malentendido por un uso del móvil y la homofobia son compatibles, aunque esta última sea un problema del que esa parte de la opinión publicada evite hablar. En la otra punta del tablero, el ministro Garzón sacó la carne del asador y Sánchez se comió el chuletón. Era lo que le tocaba al presidente, aunque sus planes para un 2050 sostenible y ecológico se alineen más con la versión de Garzón. Y también con la ciencia, pero es igual. La perspectiva que deja la semana es la que es: rechazar de plano hechos que son factuales y las evidencias que son científicas. La realidad. ¡Pobre del debate público!