oy toca el estriptis de mascarillas. Va a ser como cuando nuestros abuelos flipaban viendo tobillos en un mundo donde todavía no habían llegado las minifaldas ni los biquinis. Llevamos demasiado tiempo sin vernos las caras. Yo aviso que sigo sin afeitar, como si estuviera en pleno agosto pero currando. El señor que me precede aquí los viernes, y que se sienta en la mesa de enfrente, me ha dicho que ya toca afeitarme, que cómo voy a ir así pisando la elegante Donostia. En realidad no me ve, es la persona con la que más hablo sin vernos las caras, nos tapan las pantallas de dos ordenadores, el suyo y el mío, y encima tengo la mascarilla puesta en el curro, así que muy mala pinta tengo que tener. Pero hoy es el día perfecto para que los feos liguemos. Y además, tengo fiesta. Cremita de afeitar, cuchillita de cinco hojas a estrenar, after shave sin alcohol, que soy un blando y me corto mucho (y más después de tanto tiempo sin afeitar), y luego a la calle: me buscaré un sitio así como vistoso pero recogidito, ya saben que no puede haber multitudes, y en el momento menos esperado tiraré de la gomita y zas, despelote facial. Se cruzarán nuestros ojitos sedientos de mejillas y barbillas, y con suerte salimos en el periódico. Que si follas, en alguno hasta te dan una copa y te sacan en portada.