ompletada la primera semana de Eurocopa, ya se puede hacer un balance de lo mejor y lo peor. Lo mejorcito, por este orden, han sido los médicos que salvaron la vida a Eriksen, la selección italiana, la canción oficial del torneo -de Martin Garrix, con la colaboración de The Edge y Bono (el de U2, no el exministro socialista que siempre me pareció que era del PP)-, el himno de Escocia y el vacile de los jugadores de Gales cuando posan antes del inicio de sus partidos. Lo peor, sin duda, los insultos homófobos de hordas húngaras a Cristiano Ronaldo y el incendio que ha montado la prensa adicta al Real Madrid por la no convocatoria de un jugador que está lesionado y porque el seleccionador no les ríe las gracias. Ese jugador que tiene tanto ego que no le cabe entre tanto tatuaje en el pecho. Es la misma prensa que cada vez que juega el Madrid o España, que a veces es lo mismo, como en política, menosprecia al rival con unos aires de superioridad que luego la realidad de los goles pone en su sitio. Entre lo peor y lo mejor de la Eurocopa está lo inclasificable, categoría en la que figura con honores José Antonio Camacho, autor de frases que dan para escribir una antología del disparate futbolístico.