e ha montado un gran escándalo porque un juez ha considerado que los epidemiólogos son médicos de cabecera con un cursillo. El hombre de leyes ha rectificado, lo cual le honra, pero queda en el recuerdo de todos que, el mismo día en que su sentencia reabrió la hostelería en Euskadi, el buen señor pensaba que la epidemiología era un asunto facilón, que se aborda con poco más que operaciones matemáticas y estadísticas. También parece que el magistrado cree que ser médico de cabecera debe ser una profesión de segunda. Pues si para ser juez hay que estudiar mucho, para ser médico también, aunque sea de familia. No regalan el carné en una tómbola. Cualquier patán iletrado no puede ejercer de doctor y que conste que no tengo ninguno en la familia. Aunque muchas veces los facultativos no nos atiendan como nos gustaría o nos digan lo que no queremos oír, habrá que reconocer que su trabajo no es fácil y que en estos momentos se lo están currando, con menos medios de los necesarios, como los demás sanitarios. El desprecio a cualquier profesión o especialidad es feo, pero entrever soberbia y superioridad en alguien con mucho poder da miedo. Y si resulta que te puede juzgar, más aún.