legó el momento, tal y como era esperado, en el que muchas hipotecas no solo iban a dejar de abonar intereses, para felicidad de sus suscriptores, sino que, además, lo justo sería que las entidades financieras devolviesen el importe correspondiente en los casos en los que el porcentaje acordado ya resultase negativo. Algo que no sucede ni seguramente sucederá. ¿Y a qué se debe esta curiosa circunstancia hace años inimaginable? Pues a que el euribor se ha empeñado en bajar (lo hace desde 2016) aún más de lo que los expertos vaticinaban (acaba de alcanzar su mínimo histórico de -0,50), arrastrado también por el efecto de la crisis sanitaria. Y no tiene pinta de que vuelva a terreno positivo en unos cuantos años más. En esta tesitura, como era previsible, los bancos han variado de estrategia y ya no están por la labor de comercializar hipotecas de tipo variable (y si lo están, lo hacen con unos diferenciales muy altos en comparación con el pasado), de manera que si en 2016 el 90% de los préstamos eran variables, y el 10% fijos, en la actualidad solo lo son el 50%. Razón por la que el euribor irá desapareciendo con el paso del tiempo, una vez que se ha constatado que ya no es rentable para las entidades que lo utilizaban como referencia. De cualquier modo, si es su caso, disfrute del momento. No nos veremos en otra igual.