ay días en los que conviene volver sobre lo obvio y escribirlo. Este primer año de pandemia se han cumplido cinco años desde que más de 1,5 millones de refugiados llegaron a Alemania desde más allá de Turquía. En Gipuzkoa vivimos 710.000 personas. Pocos países pueden digerir esa cifra como lo hizo Alemania, que estaba preparada. Merkel, dispuesta a jugarse su liderazgo. Muchos estados europeos dieron la espalda a los refugiados y a Alemania. Cinco años después más de la mitad de aquellos refugiados trabaja y paga impuestos. The Guardian volvió a esta historia este agosto: 10.000 de los entonces menores hoy saben alemán como para ir a la universidad. Alemania ha tenido problemas, pero el apocalipsis no llegó. La ultraderecha culpó de los males del país a la oleada migratoria. Más tras Bataclan. Varios terroristas se aprovecharon del caos para entrar en Europa. Hay quien olvida que ese terrorismo hunde las raíces en Europa sin que nadie venga de fuera. Miremos a la mayoría: cinco años después ya trabajan en Alemania. Hay días que conviene recordar lo obvio. Más tras un año como el que vamos a cerrar. Que el refugiado es persona, no un delincuente. Y que por pura estadística hay más delincuentes que no son refugiados que los que lo son. Por recordar cinco años después. Urte berri on!