n qué quedamos? ¿Se puede o no se puede? Con la que está cayendo, no nos podemos permitir el lujo de nadar entre dos aguas. Si, por un lado, nos dicen que sigamos reuniéndonos como máximo seis personas, salvo las fechas señaladas de las celebraciones navideñas, que el límite se eleva a diez, pero, por otro lado, nos recomiendan que evitemos reunirnos con nuestros familiares, allegados o lo que sea... O, de igual manera, nos aconsejan que no nos juntemos más de dos unidades convivenciales cuando realmente sí podemos hacerlo... O, dicho de otro modo, si, por una parte, nos presentan unas medidas y restricciones para prevenir los contagios de COVID-19 (que es lo que verdaderamente importa), como se ha hecho en anteriores ocasiones, pero, por otra, nos hacen una serie de recomendaciones, que no son obligaciones, ¿por qué no nos imponen también estás recomendaciones para que no haya lugar a dudas? ¿Haciendo caso a estos consejos nos protegeremos más? Se supone que sí, ¿o no? Por lo tanto, ¿por qué no se convierten estas recomendaciones en obligaciones que debamos cumplir para evitar que se propague esta maldita pandemia? ¿O se trata de obligaciones encubiertas? Dejémoslo claro, por favor.