l desperdicio es una de las señas de identidad de nuestra sociedad, a pesar del teórico deseo de todos de evitar que lo aprovechable se convierta en basura. Comida, ropa, plásticos€ Todo puede ser depositado en los contenedores de reciclaje y volver a servir. Pero, sin darnos cuenta, lo que avanzamos por un lado lo retrocedemos por otro. La lana, un material noble que lleva milenios abrigando al ser humano, que ha servido para hacer alfombras y colchones, se considera ahora un desecho y no da más que quebraderos de cabeza a los pastores, que terminan tirándolo. Preferimos los forros polares hechos con botellas de plástico que los jerséis tejidos con la fibra de las ovejas y otros ovinos. Y si la demanda no tira, la materia no sirve. Lana merina, de shetland, de cashemire€ son nombres que suenan a lujo del pasado pero que ahora se desprecian. Dicen que la lana de la oveja latxa es muy basta para calentar la piel. Pero igual puede servir para otras tareas. Mientras sigamos comiendo queso y chuletillas habría que dar un uso a la lana. Ya hay empresas que la utilizan como aislante dentro de prendas de montaña. Ojalá pudiera servir también para aislante antivirus. Pero me da que no. Mientras tanto, en Navidad voy a regalar algún jersey de lana. Espero encontrar alguno en las tiendas de por aquí.