aya risas hace un año cuando a una persona en China se le ocurrió tomarse una sopa de murciélago, un caldito que hemos pagado el resto a precio de oro. Como dicho gourmet nos ha robado algo más que el mes de abril, nos ha dado por recordar vívidamente qué hacíamos hace doce meses en este mismo instante. Lo hablaba con unos buenos amigos cuando la semana pasada rememoraban la despedida de Berri Txarrak en Iruñea -fue el The place to be euskaldun del 2019- y las experiencias recopiladas en un concierto para el que yo no conseguí entrada, pese a haber dedicado muchas horas de varias jornadas a presionar el F5. Como de bueno soy tonto, pienso que me dejé evangelizar -por alguien a la que le gusta mucho- demasiado tarde y no hice uso del privilegio periodístico: no me acredité para no quitar el sitio alguien que quizá lo valorase más. Así, no me queda otra que quedarme con mis recuerdos -que no son pocos- de Razzmataz, el BEC, Mendizabala, el Resurrection Fest, el Azkena y el Donostia Festibala, tanto en Igeldo como en el Hipódromo; algo que tampoco está nada mal, se lo aseguro. Eso sí, eran tiempos en los que, comentamos los amigos, éramos más felices, indudablemente más jóvenes, teníamos menos ansiedad y algo más de pelo. Espero que, por lo menos, la sopa estuviese rica.