esde estas latitudes observamos en la distancia a los países nórdicos como modélicos. Lideran todos los rankings en educación, sanidad, bienestar social, desarrollo sostenible, ayudas a la maternidad y la conciliación familiar, igualdad de género, derechos sociales, dominio del inglés, calidad del empleo y un largo etcétera. No es oro todo lo que reluce porque sufren también la lacra de la violencia machista, algunos países tienen altas tasas de suicidios y padecen un endémico problema con el consumo excesivo de alcohol, por no hablar de asuntos no menores como la soledad o el auge de la extrema derecha y los partidos xenófobos, un fenómeno, eso sí, desgraciadamente ya común en casi toda la UE. Como no podía ser de otra manera, los cinco países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) están teniendo también sus cuitas a cuenta de la pandemia. Hace unos días se supo que los suecos son discriminados por el resto de sus Estados vecinos porque sufren mayores tasas de contagios de COVID-19. Finlandia, Dinamarca y Noruega no se andan con chiquitas y algunos suecos han sido tratados como apestados. A tal punto que una empresa de construcción de Oslo obliga a los currelas suecos a identificarse con chalecos naranjas y tienen prohibido comer con el resto del personal. Muy modélico como que no es.