unto federativo" es una expresión sinónima de empate que la arqueología lingüística determinará cuándo nació, pero viene al menos de la época en la que en los partidos de fútbol se disputaban dos puntos. Los empates tenían más valor que hoy. Empatar tenía sus virtudes a la vista. Un empate en cualquier ámbito es el no va más de la vida consensuada: todos ganan algo sin que nadie alcance sus objetivos al 100%. La vida permanece en equilibrio. El problema viene cuando la igualada no es más que la mejor salida entre las malas soluciones. O cuando es un empate fortuito entre dos socios que no se deciden a nada mejor. La sociedad y sus dirigentes (que también son sociedad) estamos en esas. Por un lado, la sociedad no terminamos de cumplir unas recomendaciones que al mismo tiempo exige que sean restricciones oficiales (¡algunos sectores exigen para poder luego rebelarse ante esas imposiciones!). Por otro lado, una clase política a la que desde verano le cuesta tomar decisiones audaces atenazada por el desconocimiento de la pandemia, por la mera supervivencia y porque estas decisiones muchas veces son drásticas y necesitan un tiempo para generar un relato. Como para entrar en empate al tiempo de descuento y terminar perdiendo por no querer perder el punto federativo.