as casas se han convertido en protagonistas del periodo de confinamiento. Las vemos a diario en las noticias, en las fotografías de prensa, en las videollamadas, en las reuniones de trabajo... Desde los apartamentos pequeños, hasta los pisos nuevecitos, los grandes, los viejos y las mansiones lujosas, con amplias terrazas, jardines o terrenos, todos desvelamos una parte de la intimidad que antes era solo para familias y amigos. Pero algo ha quedado claro. Por regla general, las casas se quedan cortas. No todos los que ahora funcionan con teletrabajo tenían un espacio para el ordenador y se tienen que apañar en la cocina, en una esquina de la sala, en el comedor o la habitación, algunos aparcando a los niños en otro cuarto. Tampoco las casas de hoy en día tienen mucho espacio para acoger a los muchos ancianos con necesidades de atención especial, que por eso viven en las residencias, ya que sus descendientes están por lo general todo el día trabajando y no se pueden ocupar de ellos. Quizás haya que pensar algo más en la familia extensa a la hora de diseñar los domicilios. Hace poco, el Gobierno Vasco decidió que las VPO tendrían cocinas de al menos 14 metros cuadrados para fomentar que se compartan las tareas domésticas. Igual habría que añadir también un cuarto de invitados para los abuelos.