s difícil hablar de ti en un momento en el que las palabras duelen, por eso he querido dejar estas palabras por escrito, porque soy incapaz de pronunciarlas. Sabes, o en eso me escudo siempre al menos, que se me da mejor escribir que hablar y que cuando murió mi padre me negué a verbalizar durante años lo que había pasado como si por no decirlo pudiera evitar que fuera cierto y conseguir que doliera menos. Imagínate ahora todo lo que me está pasando. Y eso que me lo avisaste, no podías estar aquí siempre. ¿Pero un poco más, ama? Lo sé, hubiera sido egoísta porque esa maldita enfermedad te lo ha hecho pasar muy mal, pero me ha permitido dejarlo todo para cuidarte, ni tanto ni tan bien como te mereces, como lo has hecho tú siempre con nosotros, pero ahí hemos estado a tu lado los que más te quisimos, los que más te queremos. Y está siendo muy duro comprobar que, por primera vez, ya no estás cuando te necesitamos, que es siempre. Convertiste a tu familia, a tus hijos, en tu vida y por eso con tu pérdida hemos muerto un poco todos. Pero vamos a mirarle el lado bueno y esto tiene que significar que vas a seguir viva dentro de nosotros. Te quiero. Y ni tu ausencia ni el paso del tiempo podrá cambiarlo.