omo la mierda cuesta abajo, hay mensajes que por WhatsApp corren muy fácil. Sobre todo los que vestidos con dos argumentos pseudodemocráticos le dicen a la gente lo que tiene que hacer. Por ejemplo, una cacerolada a las nueve de la noche contra los diputados porque no quieren bajarse el sueldo. Importa poco que la Mesa del Congreso no pueda decidir subir o bajar el sueldo a unos representantes que -elegidos por la ciudadanía- tienen garantizados esos derechos al margen de lo que decida una mesa con un color político u otro. Importa aún menos que por otra vía el Congreso (y meta usted aquí cualquier institución democrática que se quiera deslegitimar, sepa usted quién y con qué fines) apruebe destinar tres millones de euros a la investigación contra el coronavirus. Lo que queda es que no han tenido el gesto de bajarse el sueldo. Circula el wasap y vuelan las cacerolas. Como si la reflexión sobre las estructuras de un país hubiera que resolverla por WhatsApp y en balcones en plena emergencia sanitaria. Como si el dinero para la ciencia debiera salir de un gesto de un puñado de mejores o peores políticos. Como si la gente prefiriera que cualquier problema en la vida se resolviera con gestos que cuando solo son eso no resuelven nada y tienen otro nombre mucho menos evocador: parches.