os gobiernos deben invertir contra las pandemias lo mismo que gastan en defensa”, declaró, cuando el COVID-19 daba sus primeros y aterradores coletazos en nuestra sociedad, el virólogo Adolfo García-Sastre en el diario El País. Este científico, una de las cabezas visibles de un hospital de Nueva York puntero en el mundo, añadió que para, supuestamente, “hacer la guerra con otros países o defendernos se gasta mucho dinero en armamento, tanques, torpedos y misiles que no se usan”. ¿Y quién se atreve a rebatirle? Sobre todo cuando advierte de que es más probable que nos afecte una pandemia que una guerra… y que este tipo de epidemias se suelen suceder en el tiempo. Por tanto, se supone que los gobiernos estarán tomando buena nota de cara a confeccionar futuros presupuestos porque, como se ha evidenciado en esta inesperada ocasión, no estamos provistos ni de la capacidad hospitalaria ni de los servicios necesarios en el caso de que haya una nueva. Nos hemos dado cuenta de lo vulnerables que somos. Y, según estamos comprobando, una pandemia como la del actual coronavirus puede resultar mucho más devastadora que cualquier guerra. No hace falta ni argumentarlo con los, por desgracia desoladores, datos que pueden leer cada día en este mismo periódico.