Todavía no estamos viviendo una pandemia (o eso dice la OMS) pero Alemania y Francia ya han anunciado que se quedan todas las mascarillas, que eso de la Unión Europea está muy bien y tal pero que la fraternité se acaba en la muga y que si alguien quiere que espere a las sobras, que de momento las mascarillas, los guantes, los geles desinfectantes y demás utensilios made in France y made in Germany necesarios para lidiar con el coronavirus se quedan en casa y tonto el último. Y lo de uno para todos y todos para uno para los libros de Dumas, que ahora lo que toca es salvar la patria y de puertas afuera es gente que habla raro y no se la entiende, así que lo de compartir moneda vale, pero mascarillas, mira que no. Y eso que se supone que no servían para nada, como mucho para que los ya infectados no contagiaran a nadie, que si las usábamos hacíamos el paripé y no sé cuántas cosas más, y que con lavarse las manos íbamos listos. La solidaridad europea no alcanza ni a las fronteras de Europa, lo vemos a diario con los refugiados y migrantes, que parece que el problema siempre es para el que tiene la frontera externa, y ahora el coronavirus está contagiando a los gobiernos de algo peor que el coronavirus: el egoísmo. De seguir así al final el coronavirus va a hacer más daño a la Unión Europea que el brexit.