El asesor electoral estadounidense James Carville se ha visto en la necesidad de publicar una columna en el Financial Times para recordar una obviedad: que el caballo blanco de Santiago es blanco. Y no hace mal, porque la vida se ha convertido en un transcurrir de cosas en el que las referencias van perdidas. Así ve Carville -asesor de Bill Clinton en 1992 (“¡la economía, estúpido!”)- al Partido Demócrata en las primarias que arrancaron la semana pasada en el estado de Iowa. Nota: las primarias son de dos tipos, de votación y de formato caucus, asambleas en las que los vecinos eligen a los delegados previo debate. Iowa suele ser el primer estado que vota en las primarias, con el impulso nada definitivo pero útil que supone al candidato que gane. Eso sí, cuando hay ganador, porque los demócratas han tardado casi una semana en decidir qué aspirante ha ganado, para mofa de medio país, incluido el presidente Trump, quien Carville recuerda que es la pieza a batir. No otro candidato demócrata. “Los partidos no existen para que las facciones internas luchen mientras el partido pierde elecciones. Los partidos existen para ganar elecciones”. Cuando se impone la mediocridad de vender la victoria sobre el amigo, conviene como Carville recordar que el caballo blanco de Santiago es blanco. Por si acaso.