almodóvar se pasó cinco años enfurruñado y sin respirar; fue entre 2005 y 2010. En 2002, la Academia no propuso Hable con ella como representante del Estado en los Óscar, aunque Hollywood sí que la seleccionó para mejor director y mejor guion, premio este último que ganó. En los Goya, en cambio, el director no se comió nada; lo mismo que con su siguiente proyecto: La mala educación. Las afrentas le hicieron darse de baja de la Academia en 2005 y, como el mal estudiante que culpa al profesor por haber suspendido el examen, criticó que el sistema de elección se basaba en el amiguismo. Paradójicamente, un año después, el manchego triunfó con la espléndida Volver. El que no volvió fue Almodóvar -de forma sopresiva- hasta que Álex de la Iglesia puso paz en 2010. Dicen en Madrid que La piel que habito (2011), Los amantes pasajeros (2013) y Julieta (2016) no causaron entre los académicos el consenso que ha logrado Dolor y gloria. Más que consenso, complejos es lo que han demostrado los miembros de la Academia que, temerosos a que se repita lo que ocurrió en 2002, han preferido premiar una obra en la que Almodóvar se mira al ombligo, antes que mejores y más necesarias propuestas como La trinchera infinita; todo para no quedar como unos panolis terminada la gala de los Óscars el 9 de febrero.