Hay triunfos que son sonoros fracasos. Miren la imagen que ilustra estas líneas. Los senadores del PP se aplauden a sí mismos después de haber provocado, gracias a su mayoría absoluta en la llamada Cámara Alta, el veto a la ley de amnistía y su consecuente devolución al Congreso.

Es otra de tantas congas de Jalisco efímeras y sin más efectos que levantar una gotita la autoestima dañada pasando por alto la realidad reglamentaria de las Cortes. Lo decidido con tanta pompa y circunstancia y por 149 votos frente a 113 será papel mojado antes de que acabe el mes de María y de las flores.

Todo lo que a va a suceder es que el texto devuelto al hemiciclo será validado de nuevo el jueves, 30 de mayo, sin posibilidad de nueva revisión. El día 1 de junio o, salvado el fin de semana, el 3 a más tardar, el BOE promulgará la ley.

Brindis al sol

Así que lo de ayer es un brindis al sol o, apurando más, la enésima demostración de que el PP, por mucha mayoría que tenga en el Senado, solo puede aspirar a diferir sus derrotas.

Fue la primera fuerza en las elecciones generales, eso no lo niega nadie. Sin embargo, no fue capaz de alcanzar la mayoría suficiente para gobernar, como sí lo hizo el PSOE de Pedro Sánchez. A partir de esa realidad irrefutable, a los de Núñez Feijóo, por muy lloronas que las cojan, no les queda otra que aceptar que no son ellos ni sus socios no reconocidos de Vox quienes llevan la batuta legislativa.

Su único recurso es la bronca en las Cortes, en sus medios de cabecera y en la calle, como volveremos a ver el próximo domingo, 26, en plena campaña electoral para las europeas, con la enésima manifestación ya no se sabe exactamente con qué argumento.

Y mientras las huestes peperas ladran, la irregular y a veces hasta milagrosa mayoría plurinacional que apoya a Sánchez cabalga mal que bien.

La prueba es que en apenas veinte días entrará en vigor una ley de amnistía que solo hace un año no estaba ni remotamente en los planes de sus promotores. Por lo demás, su aplicación servirá para crear un nuevo marco de juego que incluye la más que posible vuelta de Carles Puigdemont para someterse a una sesión de investidura en el Parlament.