“Está casi hecho”

– Me preguntaba –quizá ingenuamente– aquí mismo, ayer, si realmente era técnicamente posible y había tiempo material para cumplir la principal exigencia de Carles Puigdemont antes de la investidura de Pedro Sánchez. Insisto en lo de “antes”. Uno pensaba que articular toda una ley de amnistía en mes y medio era una quimera, pero a la vista de lo que me hacen llegar fuentes muy pero que muy solventes, resulta que, quizá con algún pequeño truco, no estamos hablando de algo irrealizable. Y parte de razón debe de haber en esa versión, cuando en las últimas horas, uno escucha a los portavoces de Ferraz y/o La Moncloa, y parecen dar por hecho que Sánchez conseguirá los votos suficientes para seguir presidiendo el Gobierno español.

¿Precocinado?

– Lo curioso es que tal optimismo resulte compatible con la difusión de la idea de que ahora mismo las posturas del PSOE y Junts están en las antípodas. La banda sonora es de Sabina: como te digo una có, te digo la o. Y aquí es donde vuelvo a pensar en lo del truco que mentaba más arriba. Como tengo comprobado desde hace varios lustros, la información sobre las negociaciones políticas nos llega en diferido. Los capítulos que creemos ver en tiempo real están grabados con antelación. Hay algo más de cocina de la que nos han hecho creer. O, vamos, son los reyes del disimulo y están fingiendo la alegría. Dientes, que les jode.

Lenguas cooficiales, por fin

– Por lo demás, también hemos aprendido que lo absolutamente imposible lo es hasta que deja de serlo. Piensen en cuántas veces las fuerzas vascas, catalanas o gallegas han reclamado la posibilidad de utilizar sus lenguas en las Cortes. La respuesta ha sido sistemáticamente no, no y no, con el PSOE encabezando la negativa contundente. No hay como la necesidad perentoria para dar un giro de 180 grados, Ayer mismo, el grupo socialista en el Congreso aportó su firma a la proposición de PNV, EH Bildu, Esquerra, BNG y Sumar para que se apruebe por la vía de urgencia la ley que permita la reforma del reglamento de modo que se puedan utilizar en todos los plenos el euskera, el catalán y el gallego. Ahí es nada. Queda como misterio insondable que Junts no figure entre los que suscriben la iniciativa, cuando fue uno de los partidos que planteó la exigencia y la esgrimió como condición para respaldar a Francina Armengol como presidenta de la Cámara Baja. Qué oportunidad se le presenta, por cierto, al PP, para demostrar una migaja de flexibilidad y soltarse el yugo de Vox. Podemos apostar sin el menor miedo a perder que no será así.