Superviviente, aunque fuera por los pelos, de dos mociones de censura que le presentaron el mismo día: Después de emular por enésima vez a MacGyver salvándose en el último segundo, tendrá la tentación de sentirse invulnerable. Pero mejor que no se engañe en el solitario. No es en la Asamblea donde se juega los cuartos. La verdadera moción de censura es la que tiene montada desde hace semanas en las calles del Hexágono. Y hasta el asesor más lameculos le explicará que no parece que sus conciudadanos estén por la labor de rebajar la presión. Al contrario; si, como todo apunta, persiste en su decisión de no cambiar una coma de su reforma del sistema de pensiones, el cabreo irá a más. Usted verá si le merece la pena.