¿HAY QUE EXPLICARLO?

Parece mentira que, con los latrocinios sin cuento que llevamos en la chepa, haya que poner negro sobre blanco algo tan obvio. Lo vistan de lo que lo vistan, malversación es sinónimo exacto de corrupción. Si metes la mano en la caja pública, ya sea para pagarte una mariscada, unas prostitutas (pregunten en el PSOE de Andalucía), el alquiler de la lujosa sede del partido o no sé qué causa maravillosa, eres un corrupto de tomo y lomo. Y si se demuestra que has obrado así, tu único destino debe ser el repudio moral de aquellos a los has esquilmado - llámalos contribuyentes -, la expulsión para siempre jamás de cualquier cargo financiado por la administración, la imposibilidad de optar a ser electo ni para la presidencia de la comunidad de vecinos y, si el pufo resulta demostrado en sede judicial, la puñetera cárcel. Cualquier duda al respecto no es que ofenda. Directamente es señal de comprensión, justificación y hasta complicidad con los desfalcadores.

NORMALIZAR EL PILLAJE

Y no, no son admisibles (no deberían serlo) las trampas argumentales de cuatro duros. "Se trata de revertir la situación a la anterior a la promulgación de la ley de Rajoy al respecto", reza el bochornoso argumentario de los defensores de la reforma que permitirá que se vayan de rositas chorizos de diferente pelaje. Mentira. De lo que se trata es de abrir la puerta a un tipo de robo consentido y aplaudido. Peor que eso: de normalizar el pillaje a manos llenas de los recursos del común si se encuentra el modo de hacer ver que la pasta saqueada no ha ido en primera instancia al bolsillo del desvalijador. Con una propina que todos vemos, aunque nuestra obediencia ideológica nos mande silbar a la vía: la aplicación de la reforma tendrá efectos inmediatos sobre personas concretas. Legislación a la carta de libro. No la admitiríamos si la promulgase la derecha, ¿verdad?.

NO TAN EXTRAÑO

De todas formas, la gran lección de todo esto es la inmensa hipocresía sobre la denuncia de la corrupción. Los mismos que la emplean como gran ariete, los que incluso la han utilizado como palanca para tumbar (justamente) a un gobierno, encabezan ahora la defensa del mangoneo selectivo. Claro que tampoco hay tanto de lo que sorprenderse. Mañana, la vicepresidenta segunda del Gobierno español y esperanza blanca aunque sea a medio gas del progresismo cañí, Yolanda Díaz, se plantará en Buenos Aires junto al expresidente rodríguez Zapatero, otro que tal baila, a protestar por la condena a Cristina Fernández por meterse a la buchaca 500 millones de dólares.